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2012/02/20

Un transistor del tamaño de un átomo como antesala del ordenador cuántico

Científicos australianos han construido el transistor más pequeño del mundo a partir de un único átomo, lo que supone un gran paso hacia el desarrollo de los futuros ordenadores cuánticos.
Este diminuto aparato electrónico tiene un único átomo de fósforo, el cual fue colocado con mucha precisión en un cristal de silicio, publicó el portal de noticias del Sydney Morning Herald.
En el pasado ya se habían desarrollado aparatos compuestos por un único átomo, aunque éstos tenían un error de diez nanómetros en el posicionamiento de átomos, una situación que afectaba su funcionamiento.
El avance de los científicos australianos consistió en colocar con "exquisita precisión" el átomo de fósforo, aseguró la jefa del proyecto y directora del Centro de Computación Cuántica de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Michelle Simmons, según el 'SMH'.
Para este proyecto se utilizó un microscopio de barrido de efectos para reemplazar uno de seis átomos de silicio por uno de fósforo con una precisión mayor a medio nanómetro. Así, este único átomo fósforo se colocó entre dos pares de electrodos, el primero a 20 nanómetros de distancia y el otro a 100 nanómetros, explicó el periódico.
Al aplicarse voltajes a lo largo de los electrodos, el nanoaparato operó como un transistor que amplia y cambia las señales electrónicas, según la investigación publicada en la revista Nature Nanotechnology.
Este nanotransistor representa un importante paso hacia el desarrollo de ordenadores cuánticos, unos aparatos de gran poder que permitirán realizar cálculos, casi de forma instantánea, que actualmente los ordenadores más avanzados no pueden realizar. Se calcula que aún deberán pasar unos 20 años antes de que este tipo de ordenadores cuánticos puedan estar al alcance del público.

2012/01/13

IBM consigue reducir la cantidad de átomos en memorias de millones a 12

La división de investigación de IBM ha conseguido, tras 12 años de trabajo, reducir la cantidad de átomos que se usan en unidades de memoria de millones a tan sólo 12.
A pesar de la drástica reducción de la agrupación de átomos lograda, se comporta de la misma manera en que lo hacen las unidades de memoria para hacerse con la información y almacenarla.
El hallazgo es importante, aunque no tendrá consecuencias prácticas inmediatas. Por el momento, nada de verlos en las tiendas del barrio. De hecho, son necesarias herramientas muy determinadas (y unas condiciones ambientales específicas) para hacer uso.
Pero lo cierto es que la investigación da una idea de lo que depara el futuro si se invierte en investigación y desarrollo. La obsesión por minimizar todos los productos que nos rodean (excepto los televisores, que aumentan en tamaño), implica un reto: el hacerlos más eficientes.
¿El secreto? Una visión a largo plazo. “Actualmente nuestra sociedad se centra demasiado en ver lo que va a pasar mañana. Nosotros queremos centrarnos en lo que va a pasar en 10 años”, asegura el responsable de la investigación.

2011/06/06

El hombre que vio el interior del átomo

"Estamos celebrando algo muy importante: nada menos que el nacimiento de la física moderna".
Con estas palabras empezó la conferencia para marcar el aniversario de los cien años desde que Ernest Rutherford describió el átomo.

El estatus de Rutherford dentro de la comunidad científica nunca ha sido puesto en duda, pero el fisico y autor Graham Farmelo piensa que el padre de la física nuclear merece un reconocimiento más generalizado.
"El descubrimiento de la estructura del átomo que hizo Rutherford es uno de los grandes descubrimientos del siglo XX, a la par con la descripción de (Francis) Crick y (James) Watson del ADN".
Para entender la razón por la cual Rutherford inspira ese tipo de elogios superlativos, hay que retornar al principio del siglo pasado, a un período en el que Joseph John Thomson estaba descubriendo el electrón mientras que Henri Becquerel se ocupaba de investigar las propiedades de la radioactividad. Un período en el que el modelo de "pudín de pasas" -como se le decía al Modelo Atómico de Thomson- todavía imperaba.

Del pudín al planetario

Trabajando con Hans Geiger y Ernest Marsden en Manchester, Rutherford (quien ya había recibido el Premio Nobel de Química por sus estudios sobre la transmutación de los átomos) diseñó un experimento en el que se bombardeaba una delgada lámina de oro con partículas Alfa.

La mayoría de las partículas la traspasaban sin problema pero, de tanto en tanto, una de ellas era desviada hacia una placa fosforecente. Fue una observación asombrosa y a Rutherford le tomó casi dos años explicarla.
Como recordó más tarde, "fue como si un disparara un proyectil de 15 pulgadas contra papel de seda y rebotara".
Rutherford se dio cuenta de que la masa de un átomo no podía estar distribuida uniformemente -como sugería el modelo del pudín de pasas- sino más bien concentrada en el centro. Sólo un núcleo denso y sólido podía tener la masa para causar la deflexión de una energética partícula Alfa disparada en su dirección.
El informe resultante, "La dispersión de las partículas alfa y beta por la materia y la estructura del átomo", fue publicado en el Magazine Filosófico hace cien años.

El primer ladrillo cuántico

Es ese salto intuitivo de Rutherford a un nuevo modelo "planetario" del átomo -en el que los electrones orbitan un nucleo central sólido- lo que Graham Farmelo califica como una de las perspectivas más profundas de la ciencia del siglo XX.
"Él fue la primera persona que vio el átomo como una extraña estructura con casi toda su masa concentrada en un diminuto centro que él llamó núcleo. Sobre esa idea fundamental hemos construído todo el edificio de la comprensión cuántica del átomo".
El físico nuclear Jim Al-Khalili comparte esa apreciación de la visión de Rutherford.
"A pesar de que la ciencia realmente no funciona de esa manera, uno siempre puede resaltar momentos maravillosos en los que ocurre un enorme avance: Galileo apuntando un telescopio en dirección al cielo; Hooke mirando a través de un microscópio y dibujando una pulga. Rutherford describiendo la estructura del átomo es uno de esos momentos cruciales".

Homenaje centenario

Por qué el nombre de Rutherford no forma parte del selecto grupo de científicos cuyos logros trascendieron su propia disciplina, incorporádolos a la conciencia pública, sigue siendo un misterio. La comparación obvia es con el gran físico teórico de principios del siglo XX Albert Einstein.
Pero queda todavía una posibilidad de que Rutherford adquiera la fama que por sus logros merece. El experimento de estrellar átomos que diseñó nos dio la estructura básica del átomo.
Cien años después, otro experimento de estrellar átomos -aunque con una máquina mucho más poderosa: el Gran Colisionador de Hadrones- está intentando completar la historia con el descubrimiento del bosón de Higgs.
Sería un tributo apropiado para un gran científico que los físicos de Cern lograran su cometido en el año en el que se cumple un siglo del experimento de retrodispersión de Rutherford.

BBC Mundo

2010/09/24

La computación a nivel atómico, más cerca

eWeek

Mientras la industria tecnológica sigue exprimiendo la Ley de Moore y los componentes electrónicos se fabrican con arquitecturas cada vez más diminutas, la marcha sigue inevitable hacia un objetivo que podría ser definitivo, la computación a nivel atómico.
En IBM parece que lo tienen muy claro, y han apostado por esta investigación nanotecnológica desde hace años. Sin embargo, ahora parece que han dado un importante paso a nivel atómico, ya que, según un artículo publicado en la revista Science, los investigadores del Gigante Azul han conseguido cuantificar el tiempo que un átomo es capaz de mantener almacenada la información.
Lo han conseguido gracias al uso de un Microscopio STM (Scanning Tunneling Microscope, Microscopio de Efecto Tunel), una suerte de videocámara ultra-rápida con la que los investigadores son capaces de estudiar el comportamiento de los átomos a velocidades un millón de veces superiores que hasta ahora. Serán capaces, por ejemplo, de cambiar el comportamiento de los átomos para conseguir los resultados deseados.
De esta forma, es posible añadir en los complejos cálculos de sus experimentos la variable Tiempo como una nueva dimensión. La consecución de sus objetivos podría tener un importante impacto en áreas como las células solares, computación cuántica o capacidades de almacenamiento de datos a nanoescala.
Durante dos décadas, IBM ha estado utilizando estos microscopios STM. Con la nueva técnica utilizada, los investigadores son capaces de estudiar ese comportamiento atómico a nivel de nanosegundos, en vez de milisegundos. Para hacernos una idea, la diferencia entre un nanosegundo y un segundo es equivalente a la diferencia entre un segundo y 30 años.

2009/01/24

Teletransportan por primera vez información entre dos átomos separados

Fuente: ABC.es.

La carrera ha comenzado. Por primera vez, un equipo de investigadores ha tenido éxito al teleportar información entre dos átomos separados e incomunicados en dos contenedores independientes y colocados a un metro de distancia. Se trata de un paso importante en la búsqueda de una forma práctica de controlar el modo en que fluye la información cuántica. Y que será fundamental para el desarrollo de próximas generaciones de ordenadores y sistemas de comunicaciones.

La teleportación es, probablemente, el método de transporte más misterioso y desconocido de cuantos utiliza la naturaleza. Se sabe, por ejemplo, que en el mundo subatómico mucha información importante (como el spin de una partícula o la polarización de un fotón) es capaz de viajar de un lugar a otro… sin utilizar para ello ningún medio físico. El proceso, aunque no completamente comprendido, ha podido sin embargo ser parcialmente reproducido con anterioridad en distintos laboratorios. Entre ellos el dirigido por el español Ignacio Cirac en el Instituto Max Planck, en Alemania.

Se ha conseguido, por ejemplo, reproducir las características de un fotón en otro situado a distancias de kilómetros, o "transferir" datos de un átomo a otro utilizando para ello la ayuda de un tercero. Pero nunca hasta ahora se había llegado hasta lo que han sido capaces de realizar científicos de las universidades de Maryland y Michigan: teletransportar directamente y sin intermediarios el estado cuántico completo de un átomo a otro. Una capacidad que, hasta hoy, es el principal obstáculo para el desarrollo de ordenadores cuánticos. Máquinas destinadas a ser, en unos años, miles de veces más potentes que cualquiera de las que existen en la actualidad.

Christopher Monroe, que ha dirigido los experimentos, asegura que la información teletransportada durante sus experimentos fue absolutamente exacta en el 90 por ciento de las ocasiones.El hito se publica en la edición de esta semana de la revista Science.

Un imposible hecho realidad

Hace apenas una década, la sola idea de teleportar cualquier cosa, incluso la más pequeña, parecía una locura. Hasta que el concepto cobró una fuerza inesperada en el mundo subatómico, miles de veces menor que el átomo, donde las leyes de la física, nuestras leyes, dejan de tener sentido y ceden su lugar a las de la mecánica cuántica. Allí, en el entorno cuántico, la materia y la energía se confunden, las certezas se sustituyen por probabilidades y las partículas se crean y se destruyen en una maraña de eventos que suceden en milmillonésimas de segundo.

Parece mentira que nuestra realidad cotidiana, el universo que nos rodea, hunda sus raíces en este mundo de locos donde todo parece ser posible. Todo, incluso la teleportación. En el nivel cuántico, teleportación significa ser capaces de transferir, de un lugar a otro, las propiedades y características más íntimas de un objeto, es decir, de una partícula. El conjunto de estas propiedades se conoce como «estado cuántico» y engloba toda la información necesaria para que una partícula sea y se comporte como tal. Las primeras demostraciones experimentales de que una hazaña así era posible llegaron a finales de los noventa, con la transferencia del estado cuántico de un rayo de luz a otro similar. Más tarde, se consiguió hacer lo propio con partículas más pesadas que los fotones (las partículas que transportan la luz) y se marcó otro hito al teletransportar las características de dos iones.

El propio Ignacio Cirac fue capaz de dar un paso más y logró transferir con éxito, en junio de 2006, las propiedades de un rayo luminoso a un conglomerado de cientos de átomos de cesio. Lo que ahora se publica en Science es un nuevo e importante avance en esta carrera. "Nuestro sistema –asegura Christopher Monroe- tiene el potencial necesario para ser la base de una vasta red de repetidores cuánticos capaces de interconectar memorias cuánticas a través de grandes distancias. Y aún más, nuestros métodos pueden ser utilizados para crear un componente clave e imprescindible para el desarrollo de la computación cuántica".

La teleportación funciona gracias a un fenómeno que sólo se produce a escala subatómica y que los físicos conocen como "entrelazamiento cuántico". Una vez que dos partículas están entrelazadas, ambas parecen ser capaces de una extraordinaria forma de comunicación, de forma que lo que le sucede a una es inmediatamente "conocido" por la otra, sin importar la distancia que les separe. De esta forma, los cambios que, por ejemplo, realice un equipo científico sobre una partícula en un laboratorio pueden ser medidos, de forma inmediata, por un segundo equipo que trabaje con la "pareja" de la primera partícula en otro laboratorio distante.

Para realizar su experimento, Monroe y su equipo utilizaron dos iones de iterbio entrelazados, cada uno en una cápsula de vacío y a un metro de distancia, de forma que las condiciones a que fuera sometido uno de ellos pudieran ser comunicadas instantáneamente al otro. Los científicos identificaron después dos estados diferentes (alta o baja energía), dos "bits" diferenciables y que permitieran distinguir entre la situación en que se encontraban ambos átomos.

En la electrónica convencional, la que hace funcionar nuestras computadoras, los "bits" están siempre en uno o en otro estado (encendido o apagado, "0" o "1", etc). Pero los bits cuánticos, llamados "qubits", no funcionan de la misma manera. De hecho, pueden estar en "estados intermedios", en una especie de "superposición" de ambos estados que se mantiene hasta que alguien realiza una observación. Es como si una moneda mostrara su cara y su cruz al mismo tiempo, y se "decidiera" después por uno de los dos estados (cara o cruz) cada vez que alguien realiza una observación. Es precisamente esta capacidad de superposición de estados lo que confiere a la computación cuántica su extraordinario potencial.

Cambiando a voluntad las condiciones de ambas cápsulas, los investigadores pudieron determinar que, en efecto, lo que le ocurriera al átomo "A" podía ser medido en el átomo "B", a pesar de que las condiciones de su cápsula fueran diferentes. Las mediciones se realizaron sobre el único fotón que emite cada ion al ser obligado a pasar de uno a otro estado por medio de un rayo láser. Los científicos lograron inducir los cambios a su antojo, de forma que la información se transmitiera de forma controlada entre ambos átomos. Y esa es precisamente la clave del funcionamiento de las futuras redes de comunicaciones basadas en las propiedades cuánticas.

La teleportación cuántica, según Monroe, sentará las bases de un nuevo tipo ordenadores, de un nuevo sistema de telecomunicaciones más rápidas y seguras y, por qué no, también de "un nuevo Internet que funcionará mucho mejor de cualquier tipo de red concebida a la manera clasica".