Para ello, cubrieron una superficie de cobre con átomos de cloro, siguiendo la teoría planteada en 1959 por el físico Richard Feynman. En su ensayo Hay espacio suficiente en el fondo, Feynman sugirió que si una plataforma permitiese desplegar átomos individuales entorno a un patrón exactamente ordenado, sería posible almacenar una unidad de información en cada átomo. Los expertos del Instituto Kavli señalan que aunque es posible controlar la localización de esos átomos, existen limitaciones técnicas. En concreto, subrayan que se necesitan temperaturas registradas en el rango del helio líquido (4 kelvin) para lograr configuraciones estables, mientras que para modificar la posición de un solo átomo es necesario regenerar toda la superficie. Con esas consideraciones en mente, los expertos lograron mantener la posición de más de 8.000 "vacantes de cloro" (átomos extraviados) durante más de 40 horas a una temperatura de 77 kelvin. Tras crear un alfabeto binario a partir de las "posiciones vacantes", fueron capaces después de almacenar diferentes textos, entre ellos el mencionado de Feynman, sobre la superficie, la cual pudieron modificar a su antojo bit a bit. "En su actual forma, esta memoria solo puede operar en unas condiciones de completo vacío y a la temperatura del nitrógeno líquido (77 kelvin), por lo que aún estamos lejos del almacenamiento de datos a escala atómica. Pero hemos dado un gran paso", destaca Otte.
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2016/08/10
Crean un disco duro atómico 500 veces más potente que el mejor de los actuales
Un grupo de científicos en Holanda han desarrollado un dispositivo de almacenamiento de datos capaz de guardar una densidad de información de hasta 500 terabits en una superficie de apenas 6 centímetros cuadrados, revela un estudio publicado por la revista Nature. "En teoría, esta densidad de almacenamiento permitiría guardar todos los libros escritos por el hombre en un solo sello de correos", explica la investigadora Sander Otte, del Instituto de Nanociencia Kavli, en la universidad holandesa de Delft. La experta recuerda que, cada día, la sociedad moderna crea más de mil millones de gigabytes de nuevos datos, por lo que cobra especial importancia el hecho de que cada bit ocupe el menor espacio posible. En este sentido, los investigadores han logrado construir una memoria de 1 kilobyte (8,000 bits) en la que cada bit está representado por la posición de un solo átomo de cloro. Así llegaron a alcanzar una densidad de almacenamiento de 500 terabits por pulgada cuadrada (6,4516 centímetros cuadrados), es decir, 500 veces más potente que el mejor de los discos duros de memoria actualmente disponibles en el mercado.
Para ello, cubrieron una superficie de cobre con átomos de cloro, siguiendo la teoría planteada en 1959 por el físico Richard Feynman. En su ensayo Hay espacio suficiente en el fondo, Feynman sugirió que si una plataforma permitiese desplegar átomos individuales entorno a un patrón exactamente ordenado, sería posible almacenar una unidad de información en cada átomo. Los expertos del Instituto Kavli señalan que aunque es posible controlar la localización de esos átomos, existen limitaciones técnicas. En concreto, subrayan que se necesitan temperaturas registradas en el rango del helio líquido (4 kelvin) para lograr configuraciones estables, mientras que para modificar la posición de un solo átomo es necesario regenerar toda la superficie. Con esas consideraciones en mente, los expertos lograron mantener la posición de más de 8.000 "vacantes de cloro" (átomos extraviados) durante más de 40 horas a una temperatura de 77 kelvin. Tras crear un alfabeto binario a partir de las "posiciones vacantes", fueron capaces después de almacenar diferentes textos, entre ellos el mencionado de Feynman, sobre la superficie, la cual pudieron modificar a su antojo bit a bit. "En su actual forma, esta memoria solo puede operar en unas condiciones de completo vacío y a la temperatura del nitrógeno líquido (77 kelvin), por lo que aún estamos lejos del almacenamiento de datos a escala atómica. Pero hemos dado un gran paso", destaca Otte.
Para ello, cubrieron una superficie de cobre con átomos de cloro, siguiendo la teoría planteada en 1959 por el físico Richard Feynman. En su ensayo Hay espacio suficiente en el fondo, Feynman sugirió que si una plataforma permitiese desplegar átomos individuales entorno a un patrón exactamente ordenado, sería posible almacenar una unidad de información en cada átomo. Los expertos del Instituto Kavli señalan que aunque es posible controlar la localización de esos átomos, existen limitaciones técnicas. En concreto, subrayan que se necesitan temperaturas registradas en el rango del helio líquido (4 kelvin) para lograr configuraciones estables, mientras que para modificar la posición de un solo átomo es necesario regenerar toda la superficie. Con esas consideraciones en mente, los expertos lograron mantener la posición de más de 8.000 "vacantes de cloro" (átomos extraviados) durante más de 40 horas a una temperatura de 77 kelvin. Tras crear un alfabeto binario a partir de las "posiciones vacantes", fueron capaces después de almacenar diferentes textos, entre ellos el mencionado de Feynman, sobre la superficie, la cual pudieron modificar a su antojo bit a bit. "En su actual forma, esta memoria solo puede operar en unas condiciones de completo vacío y a la temperatura del nitrógeno líquido (77 kelvin), por lo que aún estamos lejos del almacenamiento de datos a escala atómica. Pero hemos dado un gran paso", destaca Otte.
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