“Esto es para todos”. Con esta frase lanzada en
forma de tuit en medio de la fiesta de inauguración, un homenajeado Tim
Berners-Lee quiso dar la bienvenida a los espectadores de la cita
olímpica de Londres que, figuras internacionales del deporte aparte,
está destacando por su fuerte componente social y tecnológico.
“Los
valores y los logros de los Juegos Olímpicos serán amplificados gracias
a la World Wide Web. Será como millones de antorchas digitales llevando
el espíritu de los Juegos a cada rincón del planeta”,
explicaba hace unos días el padre del lenguaje HTML y el protocolo HTTP,
que considera que ésta será recordada como la edición más conectada de
la historia debido a la madurez de Internet y la popularidad de las
redes sociales.
Pero también por detalles como “los píxeles del público” que
convirtieron el Estadio Olímpico en una pantalla gigante durante la
ceremonia del pasado viernes. Esto es, más de 70.000 paneles con 640.000
LEDs en total repartidos por las gradas, conectados por 317 kilómetros
de cable y controlados desde una computadora central. Y un equipo de
cuatro decenas de personas trabajando durante un mes entero para
instalar el sistema y otras tres durante 40 horas para alinear las
imágenes proyectadas con la forma irregular de los asientos. Tecnología
en el estado más puro del término. Eso por no hablar del descomunal
despliegue que está realizando
Atos.
Esta compañía de origen francés y especializada en servicios de
tecnología de la información es conocida por ser partner tecnológico en
las citas de verano e invierno del Comité Olímpico Internacional, el
cliente con la referencia “más exigente” que existe porque
“no
existe prácticamente otro proyecto de TI en el mundo que requiera una
empresa de TI para establecer operaciones cada dos años en territorio
totalmente desconocido y luego entregarlo a una escala extraordinaria
bajo la mirada de todo el planeta”, comentan desde la empresa.
De hecho, éstos son sus sextos Juegos defendiendo el rol de responsable
de diseño, construcción y gestión de infraestructuras. Cuando se le
concedieron a Londres los Juegos de la XXX Olimpiada, Atos había
entregado ya su trabajo para los de Salt Lake 2002 y para los de Atenas
2004 y estaba inmersa en el evento de Torino 2006. Ahora que ha llegado
la fecha, la firma está batiendo sus propias marcas personales al igual
que lo hacen muchos atletas.
¿La principal diferencia con el planteamiento de Pekín 2008? Que e
n la capital inglesa las disciplinas se realizan en múltiples recintos con ubicaciones dispersas, y no en el mismo lugar.
Esto ha obligado a idear un centro neurálgico en forma de gran
computador donde centralizar la información, además de distribuir una
red de más de 10.000 ordenadores, servidores y dispositivos de seguridad
por casi un centenar de sedes olímpicas. Se trata de una operación
ciertamente compleja, ya que implica
no sólo dar cobertura a 26
deportes con 300 pruebas, sino coordinar su retransmisión simultánea
desde diferentes puntos del Reino Unido a 4.000 millones de espectadores y permitir a los comentaristas recibir estadísticas y resultados
en tiempo real,
estén en el propio estadio, en España o en Australia. También es la
primera vez que los organismos de radiodifusión tienen acceso al sistema
para todos los deportes olímpicos y paralímpicos. Se calcula que, al
término de los Juegos, se habrá procesado un 30% más de información que
en cualquier ocasión anterior.
El bautizado como Centro Tecnológico de Operaciones, además, está al
frente de tareas mastodónticas, tales como crear el perfil único para
14.700 contendientes de 204 Comités Olímpicos Nacionales, acreditar a
230.000 periodistas, entrenadores y representantes oficiales, y reclutar
a 70.000 voluntarios. ¿Otros aspectos a tener en cuenta? Los
marcadores, los sensores y monitores de los escenarios deportivos, las
líneas telefónicas, el acceso inalámbrico y por cable a Internet, los
dispositivos móviles de participantes y asistentes (BYOD), las
aplicaciones, la publicidad, las entradas, el transporte, la
coordinación del personal, la seguridad, los informes médicos, los 300
actos de entrega de medallas… Un esfuerzo de titanes que ha provocado
que la preparación previa haya sido como crear una compañía desde sus
inicios, ya que Atos ha invertido 200.000 horas en pruebas el último par
de años y ha pasado a contar con 3.500 empleados en tan sólo dos meses.
Aunque no está sola. En estas tareas colaboran
Acer (hardware),
BT (servicios de comunicaciones),
Cisco (redes),
Omega (cronometrador),
Panasonic (equipos audiovisuales) y
Samsung (Wi-Fi).
Más entramado tecnológico
El Gobierno británico también se ha implicado para que vecinos y
turistas disfruten al máximo de estos 17 días de competición ofreciendo,
acuerdo con
O2 mediante,
conexión Wi-Fi gratuita en toda la ciudad.
Si a esto se le suma el boom de las aplicaciones para seguir los Juegos
en directo y el fenómeno imparable de smartphones y tablets PC, la
decisión de Cameron y su equipo parece la más acertada. Basta con seguir
una jornada de competición y ver la cantidad de espectadores que graban
sus vivencias o toman fotos para después compartirlas con el resto de
la humanidad a través de Internet. O cómo las propias delegaciones
realizan su cobertura mediática particular. Prácticamente
todos los atletas, o al menos los más conocidos,
relatan su día a día en la Villa Olímpica a través de sus propias cuentas de Twitter y Facebook,
muestran sus entrenamientos y clasificatorias y, en ocasiones también
se meten en algún aprieto por contar demasiado (filtración del uniforme
español para la ceremonia inaugural por parte de las gimnastas Lourdes
Mohedano y Alejandra Quereda) o por hablar demasiado… mal (expulsión de
la saltadora griega Voula Papachristou y el futbolista suizo Michel
Morganella por comentarios racistas). No extraña que el COI haya tenido
que redactar una guía de uso de redes sociales.
La seguridad también está siendo cuidada al extremo. A nivel de
sistemas informáticos, se han realizado todo tipo de simulaciones para
resolver problemas al instante, bien se deban a ataques cibernéticos o
por fallos humanos. Y en el exterior se han ubicado desde aviones de
vigilancia no tripulados, con avances capaces de identificar incluso la
matrícula de los coches, hasta buques de guerra distribuidos por el
cauce del Támesis, apoyados por tecnología que se antoja salida de un
relato de ciencia ficción.