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2011/09/19

Por qué creemos que nuestras supersticiones cambian la realidad

Muchos de nosotros seguimos rituales o cargamos amuletos para atraer la buena suerte, pero ¿por qué insistimos en que hay patrones o conexiones significativas en eventos aleatorios e insignificantes?

En la televisión están pasando el resumen de los mejores momentos de un partido y usted está mirándolos con sus medias de la suerte.
Sí, esa escena sucede después de que sonó el silbato final, y sin embargo usted espera que sus medias van a cambiar la dirección de la causalidad (además de otras múltiples leyes de la física).
Yo sé que los únicos números que importan en ese momento son los resultados que muestran que su equipo ganó.
Le tienen sin cuidado los grandiosos principios estadísticos, pero le debo advertir que usted y sus medias de la suerte están cometiendo un grave error estadístico.
El error es tan fundamental que tiene nombre: "error tipo I". Aunque el "error tipo II" también es bastante fundamental.
No sólo eso. Usted puede incluso estar sufriendo de apofenia, pero de eso hablaremos más tarde.
Y un par de datos más mientras todavía me está prestando atención. Primero: según un descubrimiento hecho en 1947, su conducta es compartida por las palomas... en principio, pues las palomas no usan medias de la suerte. Segundo: el error que está cometiendo puede hasta ser bueno.

Asociación accidental

¿Qué tiene que ver con la estadística el que la gente tenga medias de la suerte u otras supersticiones para "asegurarse" de que les va bien en los deportes y otras cosas? Déjeme contarle primero sobre las palomas y luego le hablo de estadísticas.

En 1947, el famoso psicólogo conductista B.F. Skinner metió a unas palomas hambrientas en una caja y les dio comida en intervalos inciertos. Las palomas, notó Skinner, empezaron a pensar que lo que sea que estuvieran haciendo cuando la comida aparecía de alguna manera causaba su llegada, así que lo hacían a menudo.
"Una paloma estaba condicionada a darle vueltas a la jaula en la dirección opuesta a las agujas del reloj y daba dos o tres vueltas entre las raciones", escribió. "Otra empujaba su cabeza repetidamente contra una de las esquinas superiores de la caja. Otra más sacudía bruscamente la cabeza".
"Se puede decir que el experimento demostró una suerte de superstición. El ave se comporta como si existiera una relación de causalidad entre su conducta y la aparición de la comida, a pesar de que no existe", señaló Skinner.
Lo llamó "reforzamiento adventicio": una asociación accidental entre un resultado y lo que sea que usted esté haciendo en ese momento se establece en su mente como una relación real.
Cabe anotar que hay quienes retan el análisis de Skinner y, teniendo en cuenta que él también desarrolló un misil guiado por una paloma durante la Segunda Guerra Mundial, es evidente que le gustaban las ideas provocativas, aunque no mucho las palomas.
En cualquier caso, esa tendencia a encontrar conexiones que no existen también se conoce como apofenia, que Wikipedia define como: la experiencia consistente en ver patrones, conexiones o ambos en sucesos aleatorios o datos sin sentido.

La ilusión de la conexión

Lo que nos lleva al vínculo con la estadística. En términos estadísticos, se trata de la sobreinterpretación del azar. La comida llegaba en cualquier momento pero las palomas no manejan bien lo fortuito, así que se inventan una causa.

Lo mismo con alguna gente: no nos gusta sentir que la relación entre nosotros y el resultado que obtiene nuestro equipo no existe, así que buscamos alguna asociación que esté a la mano: "¡Ah! Eso debió haber pasado porque...".
Una de las cosas más difíciles al examinar estadísticas es determinar si A realmente causa B, o si B sencillamente sucedió sin razón o por otra razón distinta.
El punto de partida para investigar estos problemas es asumir que no hay ninguna relación entre A y B, lo que es conocido como la hipótesis nula. Se puede rechazar esta hipótesis sólo si hay evidencia de que sus medias de la suerte realmente hacen que su equipo gane los partidos.
Si rechazamos esa hipótesis falsamente, y decidimos que sus medias sí marcan una diferencia cuando realmente no lo hacen, estaremos cometiendo un "error tipo I". Pensamos que algo que no está pasando, sucede.
El otro tipo, el "error tipo II", es pensar que no hay vínculo cuando sí lo hay. Sus medias, que no han influido para nada en el resultado de los partidos de su equipo preferido, sí han sido un factor determinante para el equipo de fútbol de Estonia, pero usted descartó esa posibilidad.
Así que, en realidad, sus medias representan el problema más fundamental de la ciencia de la estadística.

Bueno para todos

Y la última vuelta de la tuerca: todo esto puede haber sido muy beneficioso para nuestra supervivencia.
En un artículo de hace unos años, en la revista Scientific American, el historiador de las ciencias Michael Shemer escribió:
"Nuestro cerebro es una maquina de reconocimiento de patrones, que conecta puntos y encuentra significado en los patrones que cree ver en la naturaleza".
"A veces A realmente está conectada a B; a veces no. Cuando lo está, aprendemos algo valioso sobre el ambiente en el que hacemos las predicciones y eso ayuda a la supervivencia y a la reproducción... Desafortunadamente, lo que no desarrollamos fue un sistema de detección en el cerebro para distinguir entre los patrones reales y los falsos", agrega.
De manera que fue así como sobrevivimos y evolucionamos lo suficientemente bien para alcanzar este avanzado punto en la civilización en el que usted se pone las medias de la suerte para asegurarse de que su equipo ganará el partido (o carga cualquier otro amuleto, con cualquier otro fin).
Pero, así nuestros hiperactivos sistemas de reconocimiento de patrones creen sólo la ilusión de que podemos controlar lo que no está en nuestras manos, ¿qué importa?
Quizás el pináculo de la evolución es tener la capacidad de inventar ilusiones esperanzadoras.

2009/04/16

Cuando lo virtual y lo real se vuelven uno

Fuente: BBC Mundo.

Los ordenadores portátiles y los teléfonos inteligentes han servido para facilitar el acceso al mundo virtual, donde quiera que estemos.

Ahora, un equipo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, quiere ir todavía más lejos, y transformar al mundo entero en una computadora.

Durante una conferencia dedicada a la interacción entre los seres humanos y las computadoras, expertos del grupo Fluid Interfaces del Laboratorio de Medios del MIT presentaron el prototipo de última generación de SextoSentido, una plataforma portátil de computación controlada por gestos, que puede aportar al mundo físico información digital.

Imagínese revisando su correo electrónico en una pared con sólo dibujar con su dedo en el aire el signo @, constatar la hora dibujando con ese mismo dedo un círculo, que hace aparecer en su muñeca un reloj analógico.

¿Quiere sacar una foto digital? Junte los pulgares y los índices formando un cuadro... y ¡Listo! Foto tomada. Mejor aún, imagínese un sistema que pueda indicar la razón por la que su vuelo está demorado directamente en la tarjeta de embarque que tiene en la mano.

"Estamos tratado de hacer posible el acceso a información relevante de una manera más libre", dice la doctora Pattie Maes, a cargo del grupo del MIT.

Ni sordo ni ciego

Según Maes, si bien hoy en día los dispositivos móviles de computación pueden resultar útiles, estos son "sordos y ciegos", en el sentido de que tenemos que interrumpir lo que estamos haciendo para comunicarles a estos aparatos qué información necesitamos.

"Nosotros estamos pensando en un sistema de computación que comprende, hasta un cierto punto, dónde está el usuario, qué está haciendo y con quién está interactuando", dice Maes. "SextoSentido puede, de forma proactiva, poner información a disposición del usuario en dicha situación.

Desde que fue presentado al público el año pasado, el prototipo de SextoSentido ha experimentado cambios. Inicialmente, consistía en una cámara web atada a un casco de bicicleta.

Pero el prototipo actual es bastante menos aparatoso: consiste en una combinación de una pequeña cámara y un proyector (del tamaño de un paquete de cigarrillos) que se coloca en el cuello del usuario.

El programa se controla mediante un teléfono inteligente que maneja a su vez la conexión a internet.

La cámara, en un sentido, actúa como un ojo digital, viendo lo que ve el usuario. También sigue los movimientos de los dedos pulgares e índices de ambas manos del usuario.

Dónde, cuándo, cómo, con qué y con quién

La idea es que SextoSentido trata de determinar no sólo con quién o con qué el usuario está interactuando sino también de qué manera.

El programa busca en internet la información que es particularmente relevante para el usuario en ese momento y luego da paso al proyector.

"Tú puedes transformar cualquier superficie en interactiva", dice Pranav Mistry, un estudiante graduado del MIT, que trabaja en el proyecto.

"Digamos que estoy en una librería y tengo un libro en la mano. SextoSentido se dará cuenta de ello e irá al sitio web de Amazon. Luego, me mostrará las críticas del libro, su precio, allí mismo, en la tapa del libro que estoy mirando".

Mistry señala que el sistema puede adaptarse a los gustos de cada usuario. Si, por ejemplo, no quieres las críticas que figuran en Amazon, puedes elegir las que aparecen en el New York Times.

El hardware incluido en el sistema no es muy caro. La fabricación del prototipo costó alrededor de US$350. Pero este intento de unir el mundo digital con el físico requiere mucho trabajo de programación e ingeniería.

"Todo el trabajo está en el programa", asegura Maes. "El sistema está tratando constantemente de reconocer qué hay alrededor del usuario y qué es lo que éste está haciendo. Tiene que reconocer las imágenes que ves, seguir tus gestos y al mismo tiempo, vincular todo esto con la información relevante".

Abierto para todos

No es sorprendente entonces que en esta etapa del proyecto el equipo de SextoSentido haya desarrollado sólo algunas aplicaciones.

A largo plazo, Maes cree que se abrirá la plataforma de SextoSentido y dejará que otros desarrollen las aplicaciones.

Pranav Misty cree que algunas aplicaciones comerciales pueden desarrollarse en un futuro cercano.

Otra ventaja de esta plataforma que los expertos del MIT quieren destacar es que, a diferencia del Nintendo Wii, que te obliga a estar cerca del televisor, "el sistema de SextoSentido puede permitirle a un niño salir y tomar una clase de tenis en un cancha de tenis auténtica", por ejemplo.

Ninguno de los que participa en el proyecto cree que SextoSentido reemplazará a los computadores portátiles o a los teléfonos inteligentes.

Aunque en algunas instancias, "puede hacer cosas que una computadora o un ordenador portátil no puede hacer, como poner a disposición rápidamente información exactamente donde yo estoy o en la pared de enfrente".

Y si tiene éxito, ¿cómo nos sentiremos al ver miles de personas mirando sus emails en las paredes de los aeropuertos o en las estaciones de tren?

Maes se ríe: "Bueno, creo que será más aceptado socialmente que esos dispositivos Bluetooth que la gente lleva en la oreja estos días. Al menos, con nuestro sistema puedes ver a al gente en plena interacción con la información, en vez de a alguien caminando por ahí, como si estuviese hablando solo".