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2010/08/16

Las operaciones para alargar el pene se disparan

Publico

Para muchos hombres la felicidad es directamente proporcional al tamaño de su pene. Prueba de ello es que el número de varones que pasa por quirófano para engrosar y alargar unos centímetros su miembro se ha disparado en los últimos tres años. La inmensa mayoría no tiene un problema entre las piernas, sino en su cabeza: tienen un pene normal, pero necesitan un falo más grande para mejorar su autoestima.
La presidenta de la Asociación Española de Andrología, Medicina Sexual y Reproductiva (Asesa), Ana Puigvert, calcula que la cifra de hombres que se operan para tener un falo más grande se ha triplicado desde hace "tres o cuatro años". Puigvert define la situación como "dramática" .
A falta de cifras oficiales sobre cuántas intervenciones de este tipo se hacen en España, los únicos datos que muestran su auge son los cálculos que realizan los profesionales del sector. Cada año, entre 1.000 y 5.000 hombres pasan por quirófano por este motivo, coinciden los médicos consultados. El alargamiento y el engrosamiento de pene son las operaciones estrella de las intervenciones para mejorar estéticamente los genitales. En menor medida, hay hombres que se operan el escroto o el prepucio, para armonizarlos con el tamaño del resto de los genitales.
Las operaciones para alargar y engrosar el pene son sencillas y se hacen en el día. Generalmente, se realiza de forma conjunta y cuestan alrededor de 4.000 euros.

Por detrás de las mujeres

Pese al auge de la cirugía estética genital en los hombres, continúa siendo más numeroso el grupo de mujeres que se somete a este tipo de operaciones. De cada cuatro mujeres que disminuyen el tamaño de sus labios vaginales o se reconstruyen el himen, sólo un hombre pasa por quirófano para retocar sus órganos sexuales, apunta el cirujano plástico Romaní Oliver, de la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Estética (Secpre).
Si el número de intervenciones de cirugía estética genital en hombres se ha disparado, el incremento de los que han pasado por consulta ha sido mucho mayor. "De cada 10 que preguntan, se acaban operando dos", explica Oliver.
Por ejemplo, por la consulta de la doctora Puigvert, en el Instituto de Andrología y Medicina Sexual de Barcelona, pasan dos o tres personas cada semana con la intención de entrar en quirófano para tener un pene más grande. Al año, opera a unos cinco hombres.
Puigvert se muestra preocupada por el incremento del número de hombres que decide operarse para tener un falo más grande. "Desgraciadamente el número se ha disparado", recalca. "A los médicos nos gusta hacer cirugía y nos queremos ganar la vida, pero ejercemos la honradez", defiende.
Según recuerda Puigvert, la cirugía para alargar el pene no garantiza que el miembro ganará un número determinado de centímetros. Puigvert indica que la longitud suele aumentar uno o dos centímetros, "difícilmente más". También recuerda que "hay que evaluar el conjunto de los órganos. A veces, se lo ven pequeño porque la bolsa escrotal es muy grande, o porque tiene muchos pliegues", explica.
Si esto se tuviera en cuenta, asegura Puigvert, muchos menos hombres se operarían para tener un pene más grande. La andróloga insiste en que estas operaciones no se deberían hacer a menores de 22 años, porque "no han completado la madurez hormonal y podrían alterar su anatomía". Tampoco están indicadas para personas que sufren alteraciones psicológicas, como la esquizofrenia o la depresión, ni para quienes abusan de las drogas, si no lo indica un psicólogo o psiquiatra, destaca Puigvert. El incremento de operaciones revela que no todos los profesionales tienen en cuenta esto, denuncia la doctora.

Obsesión por el tamaño

El jefe clínico del Servicio de Urología del Hospital de Galdakao-Usansolo de Bilbao, Ander Astobieta, destaca que estas intervenciones son para corregir "un problema estético". "Se supone que debería ser para corregir un pene pequeño, de menos de ocho centímetros de longitud, pero la gente lo que quiere es alargarlo más", explica.
Uno de los datos sorprendentes que los médicos destacan es que la cirugía de alargamiento de pene sólo cambia la longitud del falo en reposo. El pene erecto será tan largo como lo era antes de pasar por quirófano. "La erección depende de la cantidad de sangre y de la presión de esta", explica González-Nicolás.

Se considera que un pene normal mide entre 12 y 16 centímetros en erección. Los miembros de menos de seis centímetros se consideran micropenes, en cuyo caso sí requerirían una intervención como tratamiento, explican los profesionales.
"El 90% de los que se operan no lo necesita", denuncia Puigvert. El perfil de quienes se operan para aumentar el tamaño del falo es de personas que sienten complejo, que se angustian porque otros hombres les observen desnudos. Su problema de autoestima incluso les puede llevar a necesitar tratamiento psicológico. "Antes de someterse a la intervención, nosotros le aconsejamos que vaya al psicólogo", explica el doctor Oliver. Además, paradójicamente, la mayoría son hombres apuestos. "Para que te hagas una idea, ya han venido unos cuantos Mossos d'Esquadra", revela Puigvert.
El perfil de estos pacientes ha cambiado radicalmente. Hace un decenio, cuando se empezaron a hacer este tipo de intervenciones, los pocos hombres que se operaban para tener un pene más grande o eran homosexuales o eran personas que machacaban su cuerpo en el gimnasio, recuerda José Antonio González-Nicolás, cirujano plástico de la clínica Instimed.

Tamaño y placer

"Cada vez más hombres relacionan el tamaño de su pene con la satisfacción que pueden dar a una mujer", cuestiona Astobieta, que recuerda que ningún estudio científico lo demuestra. "El tamaño importa si me mide seis centímetros y no puedo introducirlo en la vagina, pero entre 12 y 15 centímetros, es lo mismo", insiste.
"Hasta las mujeres muestran ahora abiertamente más interés por el tamaño del pene, lo que hace que los hombres también se preocupen más e incluso genera en muchos jóvenes disfunción eréctil, al sentirse presionados", critica.

Cortar un ligamento en el pubis

El alargamiento
La operación consiste en la disección del ligamento suspensorio, que une la base del pene con el hueso del pubis. Para ello, se hace un pequeño corte en el pubis y el pene sale hacia afuera entre dos y tres centímetros, dependiendo de la longitud de este ligamento. “Hay pacientes que lo tienen muy largo y otros que apenas tienen”, destaca la presidenta de Asesa, Ana Puigvert. Este ligamento proviene de cuando el hombre caminaba a cuatro patas, para mantener la base del pene fija a la pelvis, pero hoy en día apenas es funcional. Tras la intervención, se debe colocar un aparato llamado distractor durante unos 10 o 12 meses, que estira el pene hacia abajo para impedir que al cicatrizar se retraiga y acorte, explica el cirujano plástico de la clínica Instimed José Antonio González-Nicolás.
El engrosamiento
El engrosamiento del pene consiste en la inyección de grasa entre la piel del pene y el tejido que envuelve los cuerpos cavernosos. La grasa generalmente se extrae del cuerpo del propio paciente, en la mayoría de los casos del abdomen. Se puede conseguir un centímetro de diámetro más. La intervención es rápida y sencilla. La mayoría de pacientes optan por engrosar y alargar su pene en la misma intervención. Aunque la doctora Puigvert advierte de que se pueden dar complicaciones: “El relleno no se absorbe ni reparte de forma uniforme y el pene queda deforme, con una base abultada o con protuberancias”. En un año ha operado a 15 hombres para solucionar estos problemas. Puigvert opta por otra técnica, que consiste en introducir una “membrana que permite que crezca tejido propio”.

2009/11/16

Los riesgos desconocidos de una vagina de diseño

Fuente: Publico.

Adivina, adivinanza: ¿qué operación puede servir para que a una mujer le deje de molestar montar en bicicleta, disfrute más de sus relaciones sexuales o, simplemente, se sienta más atractiva? La respuesta es una vieja conocida de la especialidad de Cirugía Plástica y de las actrices de pornografía y una amiga reciente de mujeres de toda clase social y profesión. Se trata de la labioplastia, la reducción quirúrgica de los labios menores, una operación cuya popularidad está aumentando, aunque no hay registros sobre el número realizado.

Una revisión publicada recientemente en el British Journal of Obstetrics and Gynaecology apunta a que no hay datos sobre la eficacia de esta técnica y a que muchas de las mujeres que se someten a ella no son conscientes de los posibles riesgos que acarrea. Entre los que citan la ginecóloga Sarah Creighton y la psicóloga Lih-Mei Liao, del Instituto UCL para la Salud de la Mujer, en Londres, destacan dos: pérdida de sensibilidad en los genitales femeninos y molestias a la hora de tener hijos, que podrían requerir de una cesárea.

En España, el presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (SECPRE), Ezequiel Rodríguez, cree que estos riesgos, de existir, son excepciones y apela a la seguridad de un procedimiento que vio practicar por primera vez alrededor de 1978 a un "gran cirujano de la época" que recortó los labios menores de los genitales "de una conocida actriz del destape".

"Algunos lo cortan todo"

De opinión parecida es el recién nombrado presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética y Plástica (AECEP), Juan Monreal, que ha realizado más de 50 labioplastias en su clínica privada. No obstante, puede explicarse el recelo de los investigadores británicos por las distintas técnicas quirúrgicas que se emplean para recortar los labios menores. "El introito vaginal [la entrada de la vagina donde se sitúa el himen antes de que la mujer pierda la virginidad] debe estar húmedo y caliente, y esa es la función que cumplen los labios menores; por eso, aunque algunas te lo piden, yo siempre me niego a recortarlos enteros", comenta Monreal, que cree que hay que dejar al menos entre un centímetro y un centímetro y medio de este tejido. "Otros cirujanos lo cortan todo", comenta .

Con respecto a la sensibilidad, este especialista reconoce que "como toda buena zona sensible", al principio sí se pierde algo, pero que en seguida se recupera. Los autores del trabajo británico, sin embargo, echan de menos una medición objetiva de dicha recuperación ya que, en los 18 ensayos clínicos que revisaron, esta se medía en términos anecdóticos. "Para referirse al éxito de la cirugía en las pacientes, se utilizaban frases como no tenían dificultades para llevar bragas ajustadas o llegó a casarse con un golfista profesional", describen en el estudio.

Los motivos que llevan a una mujer a solicitar una labioplastia cuyo coste en España oscila entre los 2.800 y los 3.500 euros son variados, pero suelen incluir molestias a la hora de vestir prendas ajustadas o de hacer deportes como el ciclismo. Rodríguez recuerda, por ejemplo, que alguna paciente se ha quejado "de que el bikini le hacía un bulto que le hacía parecer un varón". Pero, tal y como señala Monreal, en realidad muchas veces sólo hay motivos estéticos, "aunque no lo digan". A este especialista, por ejemplo, una paciente le ha llegado a pedir "una vagina como la de una niña de 14 años".

Como en muchas otras operaciones estéticas, hay mujeres que solicitan la labioplastia sin necesitarla. Es lo que se conoce como dismorfobia, un trastorno por el que la mujer se ve fallos estéticos de los que carece. En este caso, un buen cirujano no recomienda la operación.

La revisión británica concluye afirmando que es necesario desarrollar estándares clínicos que permitan evaluar la necesidad de una operación de este tipo y la valoración de sus resultados.

2009/11/13

Los peligros de la "vagina perfecta"

Fuente: BBC Mundo.

Un estudio advierte de la falta de información sobre los riesgos de la cirugía estética vaginal, una práctica cada vez más popular.

La investigación -publicada en una revista especializada británica- cuestiona, además, los fundamentos éticos de someter los genitales a criterios estéticos.

Las operaciones quirúrgicas para mejorar la apariencia de los órganos sexuales por motivos físicos o psicológicos están aumentando en Reino Unido.

Ante este fenómeno, investigadores del University College de Londres revisaron todos los estudios que existen sobre cirugía estética vaginal, y encontraron que no se ha hecho mucho esfuerzo en documentar los efectos secundarios que puede tener a largo plazo.

Sin embargo, algunos cirujanos plásticos opinan que las advertencias del citado informe exageran los riesgos de un procedimiento que se practica en este país desde hace años.

Inseguridad y presión social

Las intervenciones más frecuentes consisten en reducir el tejido de los labios vaginales y cuestan alrededor de U$5000 en el sector médico privado.

Se ofrecen como solución a distintos problemas: algunas mujeres se quejan de que se sienten incómodas al usar ropa ajustada o al montar en bicicleta, mientras que otras dicen sentirse avergonzadas delante de sus compañeros sexuales.

Pero la ginecóloga Sarah Creighton y la psicóloga Lih-Mei Liao –autoras de la investigación- cuestionan el valor ético de ofrecer cirugía para resolver ese tipo de inseguridades.

Según las expertas, lo que causa tales ansiedades es la presión social y la publicidad de “una apariencia genital homogeneizada y prepúber”.

También sugieren que cualquier dolor generado por un exceso de tejido en los labios vaginales tiene más probabilidades de tener una raíz psicológica.

Y como argumento, lo comparan con la protuberancia genital masculina, que es mucho mayor y no causa incomodidad.

Como alternativa a la cirugía, opinan Creighton y Liao, es preferible el apoyo psicológico.

Riesgos

El número de mujeres que se someten a operaciones estéticas vaginales en el Reino Unido se desconoce porque la mayoría se realizan en el ámbito privado.

Pero el año pasado estos procedimientos aumentaron en el servicio público de salud británico (NHS, por sus siglas en inglés) un 70% -a 1.118 casos- en comparación con el año anterior.

Según los numerosos estudios que fueron examinados por las investigadoras, las principales razones para la cirugía son: insatisfacción por el aspecto de la vagina, baja autoestima y dificultades sexuales.

Sin embargo, la doctora Creighton encuentra que lejos de aliviar los problemas sexuales, la intervención quirúrgica podría aumentarlos al dañar los nervios del área, afectando la sensibilidad y la satisfacción sexual.

También sugiere Creighton que las mujeres que se someten a estos procedimientos podrían tener problemas en el parto –desgarros y hemorragias- similares a los que pueden enfrentar quienes han sufrido mutilaciones genitales.

Otras opiniones

En contraposición, el ex presidente de la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos, Douglas McGeorge, rechaza de plano la comparación con la ablación del clítoris.

McGeorge dice a la BBC que la operación estética es un procedimiento menor con poco riesgo de complicaciones.

“Se trata esencialmente de remover un poco de carne flácida y de dejar unos labios con aspecto elegante. La intervención no afecta la función sexual”, explica McGeorge.

Por su parte, la cirujana Angelica Kavouni, experta en cirugía vaginal, opina que no es correcto “aterrorizar a las pacientes” con la idea de consecuencias negativas a largo plazo.

“Esta es una operación que realizamos desde los años ’70. Cualquier intervención mal efectuada acarrea riesgos, pero si se hace adecuadamente no tiene por qué”.

“He rechazado operar a algunas mujeres porque consideré que no tenían ningún problema, pero en los casos de hipertrofia grave –cuando el tejido cuelga y es oscuro- la cirugía es una solución sencilla”, afirma la cirujana.

2007/12/29

Robot para operar sin hacer heridas

Fuente: BBC Mundo.

Un equipo de científicos en Londres, Reino Unido, está desarrollando una técnica que podría permitirles a los cirujanos realizar operaciones complejas sin tener que cortar la piel del paciente.

Los investigadores, del Imperial College, recibieron US$4,2 millones de financiación para fabricar y poner a prueba un robot quirúrgico llamado "i-Snake" ("i-Serpiente").

El robot, en forma de tubo, utilizará sensores, motores y un sistema de imágenes tridimensionales para hacer operaciones del corazón y diagnósticos de problemas intestinales.

El equipo, que incluye al cirujano Ara Darzi, viceministro de Salud Pública del Reino Unido, estima que las primeras pruebas se podrán llevar a cabo dentro de tres años.

"Las capacidades inigualables de i-Snake en el procesamiento de imágenes y la detección, sumadas a su accesibilidad y su sensibilidad, permitirán realizar diagnósticos y operaciones terapéuticas de mayor complejidad que en la actualidad", dijo el Dr. Darzi.

Sin heridas

Según él, "entre los costos beneficios de i-Snake estará la posibilidad de hacer tratamientos más tempranos, más baratos y menos invasivos, y que las operaciones y la recuperación lleven menos tiempo".

"Entre los beneficios intangibles estarán el incremento del cuidado al paciente y la mejora de la calidad de su vida".

El cirujano le explicó a la BBC que con las técnicas actuales de cirugía no invasiva es necesario hacer cuatro o cinco incisiones diferentes.

"Sin embargo, con el robot i-Snake no tendremos que hacer ni siquiera una incisión: podremos llegar al área a través de la boca o de cualquier otro orificio natural", señaló.

Por su parte, el Dr. Ted Bianco, director de transferencia tecnológica en el Wellcome Trust, la organización de beneficencia que financiará el proyecto, dijo: "Ya pasó la época en que el bisturí del cirujano dominaba en el salón de operaciones".

"El futuro de la cirugía está en aparatos inteligentes, como i-Snake", añadió.