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2011/01/12

El final de las especies

Los elefantes de África y los humanos de todo el mundo atraviesan una crisis de identidad sin precedentes. La culpa la tiene el ADN fósil que, tras pasar decenas de miles de años enterrado, regresa ahora de su tumba para enfrentar a ambos animales a su verdadera naturaleza.
El resumen podría ser este. Por primera vez desde que el sueco Carlos Linneo acuñó el término Homo sapiens en 1758, el ADN de fósiles humanos ha demostrado en 2010 que esa especie se cruzó con sus parientes cercanos, los neandertales. También intercambiaron fluidos y genes con los denisovanos, una especie humana cuya existencia se ignoraba hasta el año pasado y cuyos fósiles han sido hallados en una cueva de Siberia. Los autores del estudio mantienen que nacieron hijos fértiles de cada uno de los encuentros. Eso significaría que, según una de las definiciones de especie más extendida, neandertales, sapiens y denisovanos son de la misma especie.
En el caso de los elefantes africanos, las pruebas indican justo lo contrario. Tras analizar ADN de elefantes africanos actuales así como el del mamut lanudo extinguido hace miles de años, un equipo de investigadores de EEUU concluía hace un mes que el elefante africano no es una sola especie, sino al menos dos. Una está compuesta por los enormes ejemplares de la sabana y otra por sus parientes más pequeños que habitan zonas boscosas. A pesar de seguir compartiendo continente, sus linajes se separaron hace más de 2,5 millones de años, una fecha similar a la que marcó la divergencia entre los elefantes asiáticos y los mamuts lanudos.
"Dado que los elefantes asiáticos y los mamuts lanudos pertenecen no sólo a especies, sino también a géneros diferentes, creemos que hay que clasificar los elefantes de sabana y bosque al menos como especies distintas para ser consistentes", explica a Público David Reich, experto en genética de la Universidad de Harvard y coautor del estudio que demostró el cruce entre los denisovanos y los sapiens, así como el que ahora separa a los proboscidios de África.
Sus estudios también cuestionan el concepto mismo de especie, que atraviesa una crisis de identidad mucho más profunda y antigua que la de humanos y elefantes. "La deficinión de lo que es una especie no está clara y es más una cuestión filosófica que científica", confiesa Reich.
Desde que Linneo creó la taxonomía que otorga un nombre en latín para especificar el género y la especie de cada ser vivo (Homo sapiens, Homo neanderthalensis...) los científicos no se han puesto de acuerdo en cuándo un organismo puede ser considerado una especie con todas las letras. El propio Charles Darwin reconoció la dificultad de definir el concepto de forma que satisficiese a todos los naturalistas en su obra cumbre, El origen de las especies. En su segundo gran libro, El origen del hombre, Darwin llamaba al consenso entre los que pensaban que la humanidad pertenecía a una especie, y los poligenistas, quienes aseguraban que los diferentes pueblos pertenecían a especies distintas. "Es una tarea desesperada intentar definir este asunto con fundamento hasta que alguna definición de especie sea aceptada de forma general", escribía el padre de la teoría de la evolución en 1871.
Más de un siglo después, nadie ha logrado acuñar una definición que plazca a todos y una especie sigue siendo un concepto tan difundido como subjetivo. "La gente piensa que los científicos tenemos clarísimo lo que es una especie, pero no es así, pues es un asunto muy complejo", reconoce Carles Lalueza-Fox, genetista de la Universidad Pompeu Fabra y coautor del estudio que desveló el genoma neandertal y sus cruces con los sapiens.
A la hora de nombrar especies nuevas, los científicos se han basado en la forma que tiene cada organismo, en la porción de terreno que ocupan, en su diferencia genética, en su parentesco respecto a un ancestro común, y así hasta sumar los 26 criterios diferentes que existen actualmente. Además hay que tener en cuenta que la vida está en constante evolución y que la aparición de especies es un proceso al que es difícil poner un principio y un final bien definidos.

Discusión filosófica

El debate llega hasta la filosofía, pues muchos autores reconocen que sólo existe un concepto de especie para designar la realidad natural y que las definiciones del hombre son solo concepciones propias de la forma en que su cerebro intenta simplificar un mundo complejo. "Los humanos somos los únicos a los que nos gusta pensar en categorías limpias y separadas, por eso intentamos definir algo que no se puede definir", asegura Michi Hofreiter, experto en ADN fósil de la Universidad de York (Reino Unido) y coautor del estudio sobre los elefantes africanos, publicado en PLoS Biology.
"Se trata de un debate académico del que no aprenderemos nada", apunta Johannes Krause, miembro del equipo del Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck (Alemania) que ayudó a extraer y secuenciar el ADN fósil de neandertales y denisovanos, un nuevo linaje al que han dejado sin nombre científico adrede. "No encontrarás la palabra especie en nuestro estudio, no queremos hacer ninguna declaración de principios", añade Krause.
Entre todas las definiciones de especies que existen, tal vez la más exitosa fue la del biólogo Ernst Mayr. Se trata del concepto biológico de especie que se define como el grupo de seres vivos que puede procrear solo entre sí y tener hijos fértiles. "Para la mayoría de los animales, la definición de especie biológica de Mayr es un buen comienzo", opina Hofreiter. Pero, según esa propuesta, los chacales y los lobos serían la misma especie, y también los osos polares y los pardos, ya que ambas especies han tenido crías fértiles viviendo en libertad, como han demostrado estudios recientes. El nuevo clavo en el ataúd de esa teoría lo pone el ADN antiguo. ¿Eran los neandertales, los sapiens y los denisovanos la misma especie? "Sin ninguna duda", asegura Hofreiter.

Especies extintas

Si ya es difícil nombrar una especie viva, hacerlo con una extinta a gusto de todos es casi imposible. Por eso durante décadas, casi cada vez que se encontraba un fósil aparentemente humano, se nombraba una nueva especie y se iniciaba una pelea científica a puñetazos. El hombre de Flores es un ejemplo de lo tenues que son los límites entre especies cuando se retrocede en el tiempo. Su denominación actual es Homo floresiensis, pero, dependiendo de a quién se pregunte, también es en realidad un Homo sapiens, un Homo erectus o incluso un australopiteco, resalta Krause. "Todo el que trabaja con especies extinguidas trabaja con una simple aproximación al concepto", advierte María Martinón-Torres, científica del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y experta en las características morfológicas de la dentadura de neandertales y sus posibles ancestros, el hombre de Atapuerca.
A falta de datos sobre el ADN, los paleoantropólogos se han tenido que limitar a criterios morfológicos de los fósiles para diferenciar especies, que pueden fallar en muchos casos, pero que, para Martinón-Torres, siguen demostrando que neandertales y sapiens son especies distintas. Para la experta, es hora de que expertos de la rama genética y la morfológica se reúnan, discutan e intenten buscar un acuerdo sobre cómo definir una especie. "Si los datos no coinciden, al menos podremos estudiar por qué no lo hacen", opina.
La rama genética discrepa. "No creo que sea posible llegar a un acuerdo", asegura Hofreiter, quien prefiere quedarse con el término actual aunque sea tan vago . "Deberíamos seguir usando el concepto de especie aunque no sirva para cada caso", señala. "La gente sigue haciendo música aunque ninguna canción guste a todo el mundo", concluye.

De África a Europa y vuelta a empezar

Los restos hallados por el equipo de Johannes Krause en la cueva de Denisova (Rusia) han enfrentado dos tesis sobre el posible origen de esta nueva especie humana que vivió hace unos 40.000 años. Apenas suponen unos gramos (se trata de una falange y un diente), pero la información que ha aportado su ADN es enorme. La forma de los dientes es primitiva, similar a la de las muelas del hombre de Atapuerca (‘Homo antecessor'). Su ADN le emparenta con otros humanos más modernos, los neandertales. Según Krause, el origen más plausible para los denisovanos es África. Según los expertos de Atapuerca, un origen en Eurasia es igual de posible, lo que podría emparentar o incluso identificar a los denisovanos con los antecessor de Atapuerca. Si eso fuera así, tuvo que haber después un nuevo flujo de humanos hacia África y otro más tarde, de nuevo, fuera de África. "Es menos probable que esa salida se diese dos veces", opina Krause.

ADN antiguo secuenciado desde 1984

Pionero. Una cebra del pasado
El quagga, una subespecie de cebra común, fue el primer animal extinto cuyo ADN fue secuenciado y estudiado en su totalidad, en 1984. Gracias a ello se pudo demostrar que era una subespecie de la cebra común, que se definió como raza entre 120.000 y 290.000 años atrás. En 1987 se comenzó a trabajar para conseguir quaggas a partir de cebras.
Elefantes. Mamut lanudo
A finales de 2008, dos investigadores de la Universidad Penn State anunciaron la secuenciación del ADN del mamut lanudo (arriba, en la imagen), mostrando que es idéntico al elefante africano en el 98.55% de su genética.
Primos humanos. Neandertales
Gracias a las muestras de ejemplares de neandertal de hace 43.000 años halladas en la cueva de El Sidrón (Asturias) pudo secuenciarse por primera vez su ADN mitocondrial.
Europeos. Catalanes neolíticos
En 2007 se secuenció el ADN de 11 muestras de mujeres del Neolítico halladas en Granollers (Catalunya) que mostraban ser idénticas por completo a las actuales. Esto probaba que las poblaciones de Europa occidental habían mantenido una continuidad genética al menos desde el Neolítico.
El hombre del hielo. Ötzi
Este habitante de los Alpes italianos (arriba) del 3.300 a. C. fue encontrado en 1991 en un magnífico estado de momificación. En 2008 se secuenció por entero su ADN mitocondrial, siendo la primera vez que se realizaba esta tarea.

Publico

2010/10/27

Una de cada cinco especies está en peligro

"Hay más especies camino de la extinción que en vías de recuperación", dijo ayer el investigador Stuart Butchart, de la organización BirdLife International. Butchart y otros casi 200 científicos han elaborado un informe sobre el estado de la biodiversidad que muestra la ambivalencia de la acción humana. Por un lado, el hombre ha provocado que el 20% de las especies de vertebrados estén en peligro de extinción. Pero, al mismo tiempo, la implantación de medidas conservacionistas en los últimos años ha atenuado la agresión humana.
Coincidiendo con la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB) en Nagoya (Japón), que concluye el próximo viernes, este amplio grupo de científicos ha querido revelar el mal estado de salud por el que pasa buena parte de los animales en el proyecto El impacto de la conservación en el estado de los vertebrados del mundo, que publicará la revista Science este viernes. Los datos de 25.780 especies que aparecen en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) muestran cómo una quinta parte de los anfibios, reptiles, aves, peces y mamíferos está amenazada. Peor aún, la lista no ha dejado de crecer desde 1988.
¿La causa? Los científicos señalan al hombre que, de forma directa (mediante la sobrepesca, la caza o la extensión de la agricultura), está acabando con los ecosistemas. Otras acciones humanas que han disparado el cambio climático también tienen un impacto indirecto en el deterioro de la salud animal del planeta. Aunque los vertebrados apenas son el 3% de las especies, son piezas clave en todos los ecosistemas. La Lista Roja clasifica a los animales en ocho categorías, desde casi amenazados hasta extintos. Su estado de salud es un termómetro del estado de la vida.
El camino de la extinción
El responsable de la Lista Roja de la UICN, Craig Hilton, dijo en la teleconferencia que los datos no le habían sorprendido: "Me preocupa más que estas cifras van a peor a medida que pasa el tiempo". Por ejemplo, entre los anfibios (la categoría más dañada en los últimos años), 662 especies han perdido puestos en la lista, acercándose a la última categoría, la de extinción. Unas 150 especies de mamíferos han perdido al menos una categoría. Como media, 52 especies han entrado en la Lista Roja o perdido puestos en los últimos 22 años.
Aunque la mayoría de las especies podrían recuperarse si se eliminan las amenazas que las acechan, en el 16% de los casos ya todo está perdido. Algunos pájaros, como el kamoa (Myadestes myadestinus) de las islas Hawai o el zampullín de Alaotra (Tachybaptus rufolavatus) de Madagascar ya han desaparecido. Otras nueve especies de anfibios se han extinguido desde 1980. A pesar de que entre los extintos no hay mamíferos, todo apunta a que el delfín del río Yangtsé (Lipotes vexillifer) ya no existe.

El papel del conservacionismo

El artículo reserva su segunda parte a analizar el papel que han tenido las políticas conservacionistas puestas en marcha en los últimos años. Las cifras en bruto revelan que, del total de 928 especies que cambiaron de estado en la Lista Roja, 68 fueron a mejor. Una de ellas fue el sapillo balear o ferreret, uno de los pocos anfibios que se han salvado gracias a la lucha contra las especies invasoras.
Los científicos estiman que, de no mediar alguna medida de conservación, el índice de la Lista Roja habría empeorado un 18% más en el caso de los pájaros y los mamíferos. Así, 29 especies de estos se han alejado de la extinción desde 1996. Por su parte, 39 tipos de pájaros han mejorado su situación. La bióloga Ana Rodrigues, del Centro francés de Ecología Funcional y Evolutiva, puso el ejemplo positivo de México: "En los últimos años ha prohibido la captura y exportación de crías salvajes. México era la principal fuente del comercio de pájaros".
Pero es una excepción. El impacto positivo de las políticas proteccionistas se queda generalmente en el norte del planeta. De hecho, las zona de América central , Andes y Amazonia son, junto a la del sureste asiático, las que más especies tienen en vías de extinción. La acción humana es aquí evidente. La extensión de la agricultura por medio de la plantación de vegetales para la exportación (como soja y caucho, por ejemplo), la recuperación de tierras al bosque para dedicarlas a plantaciones de arroz (por el aumento de la población) o la tala para la exportación de maderas han acelerado la destrucción de los hábitats asiáticos más que ningún otro de los terrestres.
Apoyados en su trabajo, los científicos no creen que el objetivo de revertir la pérdida de biodiversidad para 2020 que se está discutiendo en Nagoya sea realista. Para conseguirlo, dicen, habría que multiplicar por diez el dinero dedicado a la conservación. Debería doblarse la extensión de las áreas protegidas y establecer obligaciones legales. "Si la conferencia no consigue alcanzar un acuerdo, creo que las cosas se pondrán muy negras", aseguró el biólogo Richard Durbin, coautor de un segundo trabajo, también en Science, que dibuja una serie de escenarios para la biodiversidad en las próximas décadas.

Futuro de la biodiversidad

Si la primera investigación muestra el deterioro de la biodiversidad, este trabajo imagina su futuro. Usando datos actuales y tendencias esperadas, un equipo de 23 científicos estima que la extinción de especies no se va a detener en este siglo. Para calcular sus escenarios han usado proyecciones de la población, emisión de gases de efecto invernadero o la evolución de las sociedades humanas. Incluso en el mejor de los escenarios, la tasa de extinción será la más elevada "desde el registro fósil del Cenozoico", escriben.
Pero en algunos escenarios hay esperanza. Si se desaceleran el cambio climático y el proceso de deforestación, los sistemas ecológicos podrían ralentizar su deterioro. Las medidas de intervención política deben tomarse ya. Una de ellas es la creación de un panel intergubernamental para la biodiversidad (IPBES) similar al formado para afrontar el cambio climático para que los científicos alumbren el camino de los políticos.

2010/10/08

Descubren 145 nuevas especies de flora y fauna alrededor del río Mekong

Publico

Un total de 145 nuevas especies de flora y fauna, entre ellas un "pez vampiro" y una planta carnívora de siete metros de altura, fueron descubiertas el año pasado en la región del Gran Mekong, anunció hoy el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Otros hallazgos son una rana que suena como un grillo, un pájaro cantarín calvo y una rara sanguijuela que se pega a las rocas para moverse por los rápidos de los ríos, según una nota difundida por la organización conservacionista. La especie nueva más singular es el llamado "gobio Drácula", recién encontrada en Birmania (Myanmar).
Traslúcido y de apenas 1,7 centímetros de largo, el pez destaca por los colmillos que tiene a los lados de la mandíbula, y se desconoce si es endémico de las selvas birmanas o habita una zona más amplia del Gran Mekong. Los científicos de WWF también descubrieron en el sur de Camboya la planta carnívora "nepenthes bokorensis plant", que puede llegar a tener siete metros de altura y se alimenta de insectos que atrapa en sus trompetas.
Por su parte, el pájaro calvo bulbul habita la región central de Laos y carece de plumas en la cabeza, donde apenas dispone de una extraña piel de color azul alrededor de los ojos y detrás de la testa. El área del Gran Mekong abarca todo el cauce del río que surca el Sudeste Asiático peninsular y pasa por Birmania, Camboya, China, Laos, Tailandia y Vietnam, donde habitan varias especies en peligro de extinción como el elefante asiático, el siluro gigante o el delfín del Irrawaddy.
WWD ha advertido de que estos animales están en grave riesgo de desaparecer para siempre si siguen adelante los planes de construir enormes presas alrededor del río.

2009/09/09

Usan tecnología de Google para analizar extinción de las especies

Fuente: El Tiempo.

El método de clasificación de Google Page Rank es usado por científicos para determinar de qué manera están relacionados los animales en su carrera por la supervivencia.

Científicos de cuatro instituciones de biología y de centros de investigación universitarios adelantan un experimento mediante el cual, con ayuda de tecnología Google, podrán definir qué tan importante es cada especie animal y vegetal en la cadena de alimentación natural y de qué manera se afecta el ecosistema ante la extinción de un tipo de ser vivo.

El experimento permite calificar a cada especie por la importancia para el resto del ambiente. "Queremos determinar si la extinción de ciertos animales conllevaría a un colapso general y extinción del ecosistema", señaló a la revista Wired Stefano Allesina, biólogo de la U. de California.

El sistema usado será el algoritmo de Google Page Rank, una fórmula matemática computacional que el buscador usa en su base de información para determinar, según las búsquedas, contenido y relación entre sitios, cuáles son las páginas de Internet más relevantes.

"En principio hemos podido determinar que la importancia de una especie se da por la cantidad de actividades alimenticias que suceden en su desarrollo. Es decir, un animal que come muchas cosas y del que muchos otros se alimentan, es más importante", señaló Allesina.

El informe académico, completo y en inglés, del estudio de biología computacional se encuentra en este enlace.

2007/03/20

Hallan especie que ha sobrevivido 40 millones de años sin relaciones sexuales

De: El Mundo.

WASHINGTON.- Un grupo internacional de científicos ha descubierto un conjunto de organismos que ha sobrevivido más de 40 millones de años sin relaciones sexuales. En un informe publicado en la revista 'PLos Biology', el equipo, encabezado por científicos británicos e italianos, señala que su estudio desafía la presunción de que el sexo es indispensable para la diversificación de los organismos.

Además, señalan, su investigación proporciona nuevos conceptos sobre la evolución de las especies.

El estudio está centrado en rotíferos deloides, organismos microscópicos acuáticos asexuados que se multiplican mediante huevos que son clones genéticos de su madre, pues no hay padres.

Según los científicos, los registros fósiles, así como los datos moleculares, muestran que estos microorganismos surgieron hace más de 40 millones de años sin necesidad de reproducción sexual y que, desde entonces, han evolucionado y se han convertido en especies diferentes.

Según Tim Barraclough, de la División de Biología del Imperial College of London, la investigación permitió descubrir que "diferentes poblaciones de estas criaturas se han convertido en especies diferentes no sólo debido a su aislamiento, sino por presiones diferentes en ambientes distintos".

Barraclough citó el caso de dos especies de rotíferos que vivían en un organismo superior muy cerca uno del otro: uno en las patas y el otro en el pecho. Su cuerpo ha evolucionado de forma diferente para ajustarse a un hábitat diferente.

"Estas criaturas son asombrosas y su existencia pone en duda la idea de que las que son asexuadas desaparecen rápidamente. Han estado aquí durante millones de años", señaló.