Un nuevo
estudio pone de manifiesto el espectacular incremento de los correos
electrónicos maliciosos, especialmente de los que contienen ransomware.
Según se desprende de los datos presentados por la firma PhishMe en su estudio Q1 2016 Malware Review, en el primer trimestre de 2016 se ha producido un aumento del 789 por ciento en los emails que contienen código malicioso frente a los datos del Q1 de 2015.
En ese sentido, el informe pone de manifiesto que en lo que llevamos de 2016 ha habido un avance en los ataques de ransomware cifrado, que van dirigidos contra particulares, pequeñas y medianas empresas, hospitales y compañías multinacionales.
En lo que respecta a las vías más comunes para expandir el ransomware, en PhishMe apuntan que han ganado las aplicaciones basadas en JavaScript, que superaron los documentos de Office con códigos maliciosos insertados en macros.
Asimismo, hay que destacar que las aplicaciones de JSDropper estuvieron presentes en un tercio de todos los mails analizados en el estudio.
Lo cierto es que el ransomware se ha convertido en una alternativa muy lucrativa para los cibercriminales, ya que en ocasiones los usuarios afectados deciden pagar para recuperar el acceso a los archivos secuestrados.
Además, en la mayoría de casos el pago se lleva a cabo a través de Bitcoin, lo que permite mantener el anonimato de la persona que recibe el pago.
En ese sentido, el informe pone de manifiesto que en lo que llevamos de 2016 ha habido un avance en los ataques de ransomware cifrado, que van dirigidos contra particulares, pequeñas y medianas empresas, hospitales y compañías multinacionales.
En lo que respecta a las vías más comunes para expandir el ransomware, en PhishMe apuntan que han ganado las aplicaciones basadas en JavaScript, que superaron los documentos de Office con códigos maliciosos insertados en macros.
Asimismo, hay que destacar que las aplicaciones de JSDropper estuvieron presentes en un tercio de todos los mails analizados en el estudio.
Lo cierto es que el ransomware se ha convertido en una alternativa muy lucrativa para los cibercriminales, ya que en ocasiones los usuarios afectados deciden pagar para recuperar el acceso a los archivos secuestrados.
Además, en la mayoría de casos el pago se lleva a cabo a través de Bitcoin, lo que permite mantener el anonimato de la persona que recibe el pago.