Uno de los grandes problemas para el medioambiente es la acumulación de residuos plásticos. En concreto, el polietileno posee una tremenda resistencia y ese es uno de los factores de éxito para su uso industrial, pero a su vez, es la causa de que sea tan difícil deshacerse de los restos de, por ejemplo, los miles de millones de bolsas de este material usadas cada año en el mundo.
Ahora, científicos del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria han publicado un estudio en que el describen una manera de librarse de estos residuos de forma natural: con gusanos.
“Descubrimos una larva que es capaz de biodegradar uno de los plásticos más elásticos, duros y más usados: el polietileno”, explica Federica Bertocchini, autora del trabajo que se publica esta semana en la revista Current Biology.
Se refiere a la larva de un insecto común, la polilla de la cera (Galleria mellonella), que habitualmente se encuentra en los panales de las abejas.
No es la primera vez que se descubre un insecto capaz de devorar el plástico, hace tres años, científicos chinos observaron que la larva de la palomilla bandeada (Plodia interpunctella) también podía digerir el polietileno.
El equipo de Bertocchini ha estudiado de forma más concreta el comportamiento de estas larvas con el plástico y descubrieron que podían agujerear bolsas de plástico en menos de una hora. Los investigadores creen que la habilidad podría producirse por una enzima. El reto ahora es detectar la enzima que usa el gusano y producirla a escala industrial.
Pero los investigadores hallaron además que estos gusanos transformaban químicamente el polietileno en etilenglicol, un compuesto químico líquido y espeso. Se cree que la larva de la palomilla bandeada también realiza este mismo proceso.
Una solución a los residuos plásticos
A pesar de que normalmente las polillas de la cera no comen este material, los científicos opinan que esta habilidad es producto de sus hábitos naturales. La Galleria mellonella deposita sus huevos en colmenas y sus larvas eclosionan y crecen entre la cera de las abejas. Esta cera está compuesta de una mezcla de compuestos lípidos que ingieren como alimento.
El equipo cree que, tanto la digestión de la cera de abeja como del polietileno pueden tener elementos químicos muy similares. "La cera es un polímero, una especie de plástico natural, y tiene una estructura química no muy diferente a la del polietileno”, apunta Bertocchini.
Todavía se tienen que investigar los detalles moleculares implicados en todo este proceso, pero los investigadores explican que puede usarse para diseñar una solución biotecnológica que ayude a gestionar los residuos generados por el plástico, una estrategia en la que aún están trabajando.
"El plan es transformar este descubrimiento en una forma viable de librarnos de los residuos plásticos, y trabajar en una solución que salve nuestros océanos, ríos y todo el entorno natural de las consecuencias inevitables de su acumulación”, explica Bertocchini.
Sin embargo, también advierte: “Aunque ahora sepamos como biodegradarlo, eso no justifica que sigamos arrojando a propósito residuos de polietileno en nuestro medio ambiente”.
Cada año se producen en el mundo cerca de de 80 millones de toneladas de polietileno. Las bolsas de plástico, que están fabricadas con polietileno de baja intensidad, tardan cerca de 100 años en biodegradarse. Y, de media, cada persona utiliza anualmente más de 230 bolsas de plástico, lo que general más de 100.000 toneladas de residuos plásticos al año.
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