La elección del socialista François Hollande como
presidente no sólo marca un nuevo camino para Francia. También es un
nuevo desafío para la Eurozona, cuya dirección hasta el domingo fue
liderada por el binomio de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy.
A pesar de algunas diferencias iniciales, la
canciller alemana y el mandatario francés dirigieron los intentos por
solucionar la crisis de la Eurozona y fueron los adalides del pacto
fiscal acordado en diciembre, que busca imponer la disciplina en los
presupuestos de los países miembro.
Pero
desde que comenzó la campaña francesa, Hollande se presentó como un
candidato alternativo y advirtió que quiere renegociar el pacto.
Así, mientras el enfoque de "Merkozy" –como se
conoce a la pareja Merkel Sarkozy- estuvo basado en la responsabilidad
fiscal y la austeridad, Hollande quiere reorientar a Europa hacia un
camino de crecimiento y empleo, como reiteró el domingo en su discurso
de victoria.
Y aunque no cuenta con el apoyo inmediato de
Alemania, el presidente electo no está solo al enarbolar una bandera
distinta a la de Merkel y Sarkozy.
En varios países de la región –como España o
Grecia- hay creciente disgusto general con la política de austeridad
que, en su opinión, no está liberando a la eurozona del yugo sino todo
lo contrario: la está estrangulando.
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Dos miradas encontradas
Los comicios en Francia, entonces, fueron mucho más que la elección
de un presidente, algo que el mismo Hollande reconoció en su discurso
del domingo: "Europa nos está mirando".
Eso se debe, en opinión de Katrin Sold,
especialista de la Sociedad Alemana para la Política Exterior, a que los
comicios simbolizan "una elección sobre la dirección de la Eurozona y
la aplicación de la estrategia alemana de la política del ahorro".
No en vano Merkel –en un hecho calificado como
"sin precedentes" en la prensa alemana- se volcó para apoyar a Sarkozy
en la campaña. Darle la mano a su homólogo equivalía a respaldar buena
parte de sus propias políticas europeas, algo que no cayó bien en
algunos sectores políticos de Alemania.
Y tampoco es de extrañar que Sarkozy haya
enfatizado una y otra vez las bondades del modelo de desarrollo alemán.
Tanto, que el semanario
Der Spiegel resaltó que Sarkozy mencionó a Alemania 15 veces en una misma entrevista en televisión.
Pero con la elección de Hollande no sólo llegó a
su fin el dúo, sino que también se abren preguntas sobre el rumbo de la
Eurozona.
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Puerta entreabierta
En cambio, contrario a lo que se puede pensar superficialmente,
Hollande no necesariamente va a encontrar cerrada la puerta de Merkel.
Por el momento, más bien, parece estar entreabierta.
Aunque presenta ideas distintas a las que
defiende su antecesor, Hollande trabajó de la mano de Jacques Delors,
uno de los arquitectos de la Unión Europea, por lo que algunos creen que
él entiende el continente incluso mejor que Sarkozy.
"La situación será mucho menos dramática de lo
que uno puede esperar", le dijo a BBC Mundo Ulrike Guérot, la
representante de Alemania en el Consejo Europeo de Relaciones
Exteriores.
"Merkel ya está dando señales de que puede trabajar bien con Hollande", agrega.
Durante la campaña, a medida que aumentaban las
probabilidades de que ganara, el equipo de Merkel realizó los primeros
acercamientos con Hollande y, tras el triunfo, ella llamó a Holande para
felicitarlo e invitarlo a Berlín.
Y él resaltó el domingo la "responsabilidad
común" que une a los dos países y dijo que hablará de sus planes
europeos primero con Alemania.
Merkel ya aclaró que no renegociará el pacto
fiscal. Pero, como le dijo Sold a BBC Mundo, "sí se puede encontrar un
compromiso sobre un posible complemento al pacto" en los temas de
crecimiento que pregona Hollande.
Por ello es poco probable, según los expertos consultados, que haya un quiebre abrupto entre los dos mandatarios.
"El punto definitivo es que veremos mucha más
continuidad que cambio", le dijo a BBC Mundo Tanja Börzel, directora del
Centro para la Integración Europea en la Universidad Libre de Berlín.
"Francia necesita a Alemania tanto como Alemania necesita a Francia", añade.
Eso lo saben Merkel y Hollande, dos políticos
que tienen fama de ser pragmáticos, una característica que podría
resultar necesaria si se tiene en cuenta que en juego está la
recuperación de la moneda de 17 países que, pese a sus problemas
particulares, están profundamente interconectados. Además, el tiempo y
los mercados apremian.
En otras palabras, todas las naciones de la
Eurozona están en el mismo barco, así los capitanes visibles sean
Alemania y Francia.
En esa misma línea señaló recientemente el
ministro de Relaciones Exteriores de España, José Manuel
García-Margallo: "esto es como el Titanic: si hay un hundimiento, se
hunden hasta los pasajeros de primera clase".