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2011/10/03

Dinamarca pone en marcha impuesto a la grasa

Dinamarca se convirtió este sábado en el primer país del mundo en introducir un impuesto sobre la grasa, es decir, un recargo en los alimentos que son altos en grasa saturada, considerada perjudicial para la salud.
Productos como mantequilla, leche, queso, pizza, carne, aceite y alimentos procesados serán gravados si contienen más de 2,3% de grasa saturada. La mantequilla, por ejemplo, cuesta desde hoy alrededor de un dólar y medio más por kilo.
Los consumidores han intentado impedir la subida de los precios y algunos productores se quejan de que el impuesto es una pesadilla burocrática.
La Federación de Alimentos y Bebidas de ese país dijo que los daneses podrían simplemente cruzar la frontera para hacer compras. Algunos científicos piensan que la grasa saturada puede ser el blanco equivocado, pues dicen que la sal, azúcar y los hidratos de carbono refinados son más perjudiciales para la salud.
clic Lea también: Los daneses pagarán más por alimentos con grasas

2011/07/06

Una 'droga interna' del cuerpo induce a comer grasas

Unas moléculas llamadas endocanabinoides, que el organismo produce de forma natural y son parecidas a componentes de la marihuana, son las responsables de que cueste tanto parar de ingerir alimentos grasientos durante una comilona. Según un estudio publicado este martes en PNAS, comer grasas promueve la producción en el intestino delgado de esta especie de droga natural que manda mensajes de apetito al cerebro. Por eso resulta tan difícil comer solamente una patata frita.
La investigación, desarrollada por científicos de la Universidad de California, se realizó con ratas e identificó altos niveles de endocanabinoides en sus intestinos si el alimento ingerido era rico en lípidos, pero no si lo era en hidratos de carbono o proteínas.
Cuando se ingieren las grasas, la lengua envía una señal al cerebro que viaja al intestino, donde se empiezan a sintetizar los endocanabinoides. Su presencia genera cambios en las células intestinales que crean la necesidad de comer más, "probablemente por la liberación de moléculas digestivas asociadas al hambre", declaró Daniele Piomelli, director de la investigación.
Piomelli aseguró que, desde un punto de vista evolutivo, los endocanabinoides existen por la necesidad de los animales de consumir grasas, que pueden escasear en el alimento y son cruciales para la nutrición.
El estudio abre las puertas a la lucha contra el sobrepeso y la obesidad, ya que el conocimiento del mecanismo se podría aplicar a la síntesis de fármacos.

Publico 

En busca de la etiqueta de la 'grasa mala'

Escapar de las grasas que, sin ser totalmente perjudiciales para la salud, sí contribuyen al aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular no es una tarea fácil para el consumidor, según se puso ayer de manifiesto en una conferencia en Madrid, en la que expertos en alimentación esbozaron una radiografía del panorama nutricional en España, uno de los países euro-peos con mayor índice de obesidad. La razón de esta dificultad es que ninguna legislación (ni en España ni en Europa) obliga a los fabricantes a especificar qué grasas se utilizan en el etiquetado, según explicó el jefe de Sección de Componentes y Aditivos del Centro Nacional de Alimentación de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN), Pedro Mario Fernández.
Aunque la reciente Ley de Seguridad Alimentaria insta a las empresas a usar tecnologías e ingredientes que minimicen la presencia de grasas trans en los alimentos, no sucede lo mismo con otras grasas, "las menos buenas", como las define el presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, Javier Aranceta. Así, la utilización de aceites de coco, palma y palmiste sigue siendo habitual en la elaboración de bollería industrial y platos preparados, entre otros sectores, pero para el consumidor es complicado saber si estos aceites están incluidos en los alimentos que adquiere.
Aranceta, que no participó en la reunión, asegura que "habría que hacer algo" con el etiquetado y vaticinó que, en un futuro, "se obligará a especificar, lo que dará mayor información al consumidor". Para este especialista, uno de los principales problemas es que el consumidor medio "asocia las grasas vegetales con algo positivo", en contraste con la mala fama de las grasas de origen animal. Sin embargo, explica, los ácidos grasos de los aceites de coco, palma y palmiste "se comportan como una grasa saturada; es igual que si comieras sebo".
Fernández apunta que, en principio, se debe optar por consumir alimentos en los que el aceite de oliva sea "un componente mayoritario". El aceite de girasol alto oleico sería la segunda opción. El experto declina exigir un cambio en la legislación para que se especifiquen las grasas y alude a la "gran inversión" que ha supuesto el cambio en los procesos industriales para explicar que los fabricantes no informen al consumidor del uso de los aceites menos sanos. No obstante, reconoce que el etiquetado "es engañoso".
En cualquier caso, los expertos aseguran que "el ciudadano medio está más protegido ahora que antes desde el punto de vista sanitario y nutricional".

Publico

2010/05/12

Grasas trans: Freno a la amenaza invisible

Fuente: Publico.

El mayor enemigo nutricional para la salud cardiovascular no es el exceso de calorías, sino un tipo de grasas, las trans, que se emplea con mucha frecuencia en alimentos preparados. Si tan sólo un 2% de la grasa total que consume un individuo provee de este tipo de grasas, su riesgo de padecer enfermedad cardiovascular aumentará un 23%. Según un estudio de la prestigiosa NEJM, las grasas trans no sólo disminuyen el colesterol bueno y aumentan el malo; además, promueven la inflamación sobre todo en obesos y, según un multitudinario estudio, elevan la incidencia de la diabetes. Sin embargo, y a pesar de los riesgos que supone para la salud, este producto no sólo no está prohibido, sino que es muy difícil de evitar para el ciudadano ya que su nombre no está impreso en prácticamente ninguna de las etiquetas nutricionales que acompañan a la mayoría de los productos.
Ante esta situación, algunos gobiernos Dinamarca fue el primero han decidido, directamente, prohibir estas grasas por el riesgo que provocan a la salud. En España, además, ciertas empresas la última, la cadena de supermercados Eroski han optado por no elaborar sus productos con este tipo de grasas, o hacerlo con un contenido mínimo.
Todas las compañías que han optado por políticas de este tipo tienen en común que lo han hecho solas, sin ningún requerimiento por parte de las autoridades sanitarias, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud ha abogado por la reducción del consumo de grasas trans.

El cambio de la margarina

El caso de la margarina es el paradigma de que las grasas trans pueden reducirse sin acabar con la industria alimentaria. Este sustitutivo de la mantequilla era, hace 15 años, el ejemplo máximo de contenido en grasas trans. Se desarrolló para sustituir a la grasienta mantequilla, repleta de grasas saturadas, las que, hasta entonces, se consideraban perjudiciales para la salud cardiovascular. La sustitución de estas por aceites vegetales las hizo la fuente por excelencia de grasas trans.
Cuando se empezaron a publicar los primeros estudios que asociaban su consumo con un mayor riesgo cardiovascular, incluso, que el del producto que pretendían sustituir, ciertos fabricantes decidieron modificar sus procesos de elaboración. Como explica la especialista en nutrición de Unilever fabricante de marcas como Tulipán o Flora Anna Montañá, "desde hace más de 10 años, el contenido en grasas trans de las margarinas que fabricanos está por debajo del 1%".
Para esta especialista, la falta de sustitutos no es excusa para que las empresas no dejen de utilizar grasas trans. "Existen centros de desarrollo y tecnologías muy avanzadas que permiten lograrlo", asegura.
El investigador del Instituto de la Grasa (CSIC) Manuel León explica que existen "nuevas tecnologías en la fabricación de grasas plásticas", mediante las que se cambian las propiedades físicas de las grasas. Así se consigue el mismo efecto que con el proceso que lleva a la fabricación de grasas trans. Este procedimiento se denomina "hidrogenización parcial", y su principal objetivo es convertir las grasas líquidas vegetales en un elemento más sólido, que dota a los alimentos industriales de su firmeza característica y que, además, hace que se mantengan frescos más tiempo.
La técnico de Unilever recuerda, sin embargo, que el problema pasa porque no hay legislación. "Lo hacemos voluntariamente", recuerda.
Algunos países sí han optado por obligar a la disminución hasta cantidades prácticamente imperceptibles de estas grasas. En Europa, Dinamarca fue pionera, al prohibir en 2004 que ningún alimento tuviera más de un 2% de este tipo de grasa, medida que fue acompañada por la obligatoriedad de etiquetar todos los alimentos con respecto a sus contenidos en grasas trans. En esa época, antes de que algunos Estados de EEUU decidieran seguir la misma tendencia, los productos de cadenas de comida rápida estaban cocinados de forma distinta en el país nórdico que en su lugar de origen. Años después, y también por autorregulación, los principales restaurantes de fast food decidieron rebajar el contenido de grasas trans en los aceites que utilizan para freír sus alimentos.
Como la europea, la legislación española no regula en la actualidad la presencia de estas grasas en adultos, aunque sí lo hace en niños. La estrategia NAOS, que puso en marcha la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN) en la pasada legislatura, pide a los fabricantes que utilicen grasa "con una baja proporción de ácidos grasos trans" en la elaboración de productos destinados a niños menores de 12 años. También predica la ausencia de este tipo de aceites en los comedores escolares, aunque no hay medidas legislativas asociadas a la recomendación. De nuevo, parece que la autorregulación es la que manda.
"Nos preocupan especialmente los niños obesos", explica el responsable de la Unidad de Lípidos del Hospital Clínic de Barcelona Emili Ros. Este experto considera que la mejor forma e evitar las grasas trans es "comer cocina de mercado" y evitar alimentos como las galletas o las patatas fritas, "excepto si están fritas con aceite de oliva".
Ros reconoce que una política que prohibiera el uso de grasas trans "estaría bien desde el punto de vista de la salud". Precisamente la limitación legal de este producto es uno de los pilares del ante-proyecto de Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición que, según fuentes de la AESAN, podría entrar en vigor en el primer trimestre de 2011.
"Habida cuenta que está demostrada la relación entre el contenido de ácidos grasos trans en los alimentos y la salud, la ley establece una limitación de su contenido", reza el texto, que tendrá que ser aprobado por los grupos. "No obstante, esta obligación, lógicamente, dispondrá de un periodo transitorio lo suficientemente amplio como para permitir que los operadores económicos puedan adaptar su producción", continúa. El proyecto de ley establece que el contenido en ácidos grasos trans de los aceites y materias grasas que se destinen a la alimentación humana no excederá de 2 gramos por cada 100 de aceite o materia grasa y deja la puerta abierta, además, a una futura limitación mayor, "atendiendo a la evolución de los conocimientos científicos y tecnológicos en la materia".

Un producto peligroso que nace de un proceso artificial

¿Qué son las grasas trans?
Los ácidos grasos trans son grasas insaturadas con una estructura molecular de doble hélice, que se forman durante la hidrogenización parcial de los aceites vegetales. Se trata de grasas artificiales, formadas tras un procesado del aceite vegetal.
¿Hay alguna grasa trans natural?
Aunque cuando se habla de grasas trans, lo normal es referirse a los aceites parcialmente hidrogenados, existe una grasa trans buena, que es la que se origina por la acción de la flora microbiana en el estómagos de los herbívoros y está presente, por lo tanto, en la carne, pero en cantidades tan pequeñas que su consumo no es nocivo para la salud.
¿Por qué se desarrolló este proceso?
Paradójicamente, las grasas trans se crearon para mejorar la salud. Hasta su desarrollo, la industria alimentaria utilizaba grasa animal (como manteca, sebo o mantequilla) para elaborar sus productos. Pero los científicos descubrieron que estas grasas saturadas elevaban el colesterol y optaron por las grasas vegetales. Sin embargo, desarrollaron un proceso para hacerlas más cómodas de cocinar y que, además, dotaran a los alimentos de una mayor duración y de un sabor menos rancio. Así nació la hidrogenización parcial y las grasas trans.
¿Qué aportan las grasas trans?
Las grasas trans se utilizan porque aportan sabor y mejoran la conservación. En cuanto a la salud, los expertos son claros: el valor nutricional de las grasas trans es nulo, por lo que su consumo no es recomendable.
¿Qué alimentos las contienen?
Las mayores fuentes de grasas trans son los fritos de las cadenas de comida rápida (como los ‘nuggets' de pollo), las patatas fritas de bolsa (y otros aperitivos similares) y la bollería industrial.
¿Cómo se puede averiguar la composición?
EEUU obliga a señalar en el etiquetado la presencia de grasas trans, pero no hay ninguna ley europea similar, por lo que su etiquetado es voluntario. Si en el listado de ingredientes figuran aceites vegetales parcialmente hidrogenados la presencia de grasas trans está garantizada.

2010/03/01

La grasa mató a los antiguos egipcios

Fuente: BBC Mundo.

Se cree que las enfermedades del corazón -tan prevalentes hoy en día- son un mal moderno. Pero una nueva investigación demuestra que los antiguos egipcios también murieron a causa de ellas.

Según investigadores británicos, los banquetes ricos en grasas saturadas que los sacerdotes egipcios ofrecían a sus dioses -y que se comían ellos con sus familias- les causaron ateroesclerosis, el depósito de sustancias grasas que bloquean las arterias.

Los científicos de la Universidad de Manchester, Inglaterra, encontraron la evidencia tras llevar a cabo escáneres en los restos de sacerdotes momificados, que revelan "signos inconfundibles" de arterias bloqueadas.

Además hicieron un análisis de los alimentos que ofrecían a los dioses -listados en los jeroglíficos de sus templos- que revelan un "espléndido banquete" de platillos repletos de grasas saturadas.

La costumbre indicaba que los sacerdotes se llevaban posteriormente el banquete a su casa para consumirlo, dicen los investigadores en la revista The Lancet.

Ofrenda ritual

"No pudo haber habido un mensaje más evocador: vive como un dios y lo pagarás con tu salud" expresa la profesora Rosalie Davis, egiptóloga que dirigió la investigación.

Agrega que la traducción de las inscripciones en los muros de los templos egipcios muestra que los sacerdotes ofrecían a los dioses platillos de res, ganso, pan, fruta, vegetales, tartas, vino y cerveza. Todo tres veces al día.

Después de la ofrenda ritual, los jeroglíficos revelan que los sacerdotes llevaban la comida a su casa para consumirla con sus familias.

El análisis nutricional, dicen los investigadores, muestra un muy alto contenido de grasa en el banquete ofrecido. Por ejemplo, un platillo de ganso tiene 63% de grasa, 20% de ésta saturada.

El pan de esa época era mucho más fortificado que el pan moderno, a menudo enriquecido con grasa, leche y huevos, y las tartas eran producidas con grasa o aceite animal.

El consumo de alcohol, que se sabe aumenta los niveles de triglicéridos -el principal tipo de grasa que transporta la sangre en el organismo- quizás excedió las recomendaciones que se establecen hoy en día.

Y es probable que su consumo de sal también fue muy alto -dicen los científicos- porque a menudo se le utilizaba como conservador.

Los investigadores creen que estas ofrendas a los dioses eran muy distintas de la dieta más frugal y por lo general vegetariana que consumían la mayoría de los egipcios.

Evidencia clara

Los científicos estudiaron la evidencia descubierta en más de 60 momias analizadas en los últimos 30 años con rayos X o muestras de tejido rehidratado.

Descubrieron lo que dicen es "evidencia clara" de arterias bloqueadas o daño arterial entre los sacerdotes y sus familias.

Entre las 16 momias cuyos corazones y arterias pudieron ser identificados con escáneres de tomografía computarizada, nueve muestran evidencia de altos niveles de depósitos calcificados en la pared de las arterias, un claro indicio de ateroesclerosis, el estrechamiento de las arterias.

Según los investigadores, esto podría explicar porqué incluso la élite de los antiguos egipcios tenía una expectativa de vida de entre 40 y 50 años.

"Encontramos una marcada incidencia de arterias bloqueadas entre los sacerdotes y sus familias" afirma la profesora David.

"Logramos demostrar que las inscripciones en los templos, que registraban los rituales diarios, pueden combinarse con la información de las momias y ofrecer evidencia adicional sobre los sacerdotes y su dieta".

"Los jeroglíficos en los sarcófagos asociados con momias individuales tienen el nombre y título del dueño y esta información puede ser utilizada para comparar las enfermedades que descubrimos en esas momias que pertenecían a grupos sociales específicos, en este caso los sacerdotes y sus familias", dice la investigadora.

Por su parte, el profesor Tony Heagerty, del Grupo de Investigación Cardiovascular de la Universidad de Manchester y coautor del estudio, cree que los resultados de la investigación muestran que los trastornos del corazón son mucho más antiguos de lo que creemos.

"Ésta es evidencia inequívoca que muestra que la ateroesclerosis es una enfermedad de tiempos antiguos, que es inducida por la dieta y que la epidemia de esta enfermedad que comenzó en el siglo 20 es la historia repitiéndose" expresa el experto.

2009/07/31

La grasa de los bebés combate la obesidad

Fuente: Publico.

El tejido adiposo marrón podría ser el remedio contra la obesidad y la diabetes, según un grupo de investigadores del Insituto de Cáncer Dana-Farber, en Boston (EEUU). El estudio, publicado en la revista Nature, describe un método para producir grasa parda a través de la manipulación de células cutáneas de humanos y ratones. Este tejido graso tiene una alta presencia en recién nacidos, donde su función es la de generar calor. El aumento de la temperatura se consigue a través de la quema, altamente eficiente, de calorías.

Los científicos lograron sintetizar tejido adiposo marrón manipulando los mecanismos de las células de la piel. Posteriormente reintrodujeron el tejido en ratones adultos, donde observaron que la grasa parda eliminaba gran cantidad de calorías.

El mecanismo manipulado actúa como un interruptor molecular. Su función es la de generar tejido muscular, pero si se modifica adecuadamente, produce tejido adiposo marrón.

"Los resultados muestran la posibilidad de tratar a enfermos de obesidad y diabetes", afirma el responsable del estudio, Bruce Spiegelman. "Podría extraerse tejido cutáneo del paciente, añadirle el interruptor e introducirlo en el organismo para sintetizar grasa parda adicional", concluye Spiegelman.

2009/06/08

La comida grasa produce la 'hormona del hambre'

Fuente: Publico.

La grelina, llamada hormona del hambre porque se encuentra en cantidad abundante en el organismo en los momentos que preceden justo a la comida, podría no estar producida por el cuerpo durante el ayuno -la teoría prevalente hasta la fecha- sino por el consumo de grasas.

Un estudio publicado ayer en Nature Medicine ha desvelado el mecanismo de producción de esta hormona, que ha demostrado aumentar el apetito y la ingesta de comida y que se estudia para intentar desarrollar fármacos contra la obesidad.

La grelina requiere de un ácido graso, que adhiere a la hormona una enzima concreta, llamada GOAT. Hasta ahora se pensaba que los ácidos grasos que la enzima añadía a la grelina los producía el cuerpo durante el ayuno, pero la nueva investigación -realizada en ratones- desvela que dichos ácidos vienen directamente de las grasas ingeridas. De hecho, parece que la grelina actuaría como una sensor de grasas en el estómago que informa al cerebro de que hay calorías disponibles.

Los periodos de ayuno, por lo tanto, no aumentarían los niveles de grelina, lo que puede dar un nuevo enfoque al tratamiento de la obesidad.

2008/08/22

Una terapia logra que la grasa no se almacene y se transforme en energía

Fuente: ABC.es.

Imaginen un fármaco que lograra que gran parte de la grasa ingerida se transformara en energía, en lugar de almacenarse. Y que para ello contara con la ayuda de su propia grasa corporal.

Tendríamos entonces un tratamiento eficaz para desterrar la obesidad y reducir un buen número de enfermedades relacionadas con el sobrepeso. Ese medicamento «milagro» aún está lejos de llegar a las farmacias, pero dos grupos de investigación estadounidenses acaban de dar un paso significativo para conseguirlo. En un experimento con ratones han incrementado la producción de un tipo de células (adipocitos marrones) que transforman la grasa en energía y evitan que el organismo la acumule. También han comprobado que estas células de la grasa tan especiales pueden obtenerse a partir del tejido muscular. Los detalles de esta investigación se publican hoy en la revista «Nature».

Aunque muy pocos desean tenerla, la grasa es esencial para mantener el equilibrio energético y ayudar a regular la temperatura del cuerpo. Pero no toda la grasa es igual. El metabolismo cuenta con dos tipos de tejido graso: un tejido adiposo blanco que almacena calorías «extra» y el marrón, una grasa «buena» que quema energía para mantener la temperatura adecuada. Gracias a ella se mantienen calientes los mamíferos que hibernan y los humanos al nacer.
Los adipocitos marrones son numerosos en el recién nacido, pero durante la infancia y la edad adulta estas células se desactivan. Así que el reto para la ciencia es dominar el mecanismo por el que las células de la grasa, al formarse, se convierten en marrones o blancas para poder estimular la presencia de los adipocitos «buenos».

Yu-Hua Tseng, del Centro de Diabetes Joslin, y Bruce Spiegelman, del centro oncológico Dana Farber, se han aproximado a este reto por dos vías. El grupo de Tseng ha identificado a una proteína -BMP7- como el mecanismo que regula la producción de esa grasa marrón. Y ha probado que con su ayuda pueden estimular artificialmente la producción de estas células. El primer paso para diseñar un tratamiento.

En «Nature» cuentan cómo inyectaron la proteína BMP7 a un grupo de ratones, con la ayuda de un adenovirus como vehículo. Los ratones tratados fabricaron más tejido graso bueno; pese a comer igual, engordaban menos que los que no recibieron la terapia. Lo curioso es que esta proteína regula también la formación de células musculares, aunque no otros tipos de grasa. Lo que indica que los dos tipos de adipocitos no poseen un origen común, como se pensaba.

¿Músculo o grasa?

La clave para luchar contra el sobrepeso está también en otra proteína, según el grupo del Dana Farber. Los experimentos de Spiegelman muestran que PRDM16 dirige el desarrollo de estos adipocitos «buenos». Al mismo tiempo,confirman que el músculo y los tejidos adiposos comparten etapas del desarollo. Cuando PRDM16 está presente, las células se convierten en grasa marrón y cuando está ausente se convierten en músculos. Nunca en grasa blanca.

A la luz de estos trabajos, las células musculares y los adipocitos marrones están más relacionadas de lo que se pensaba. Hasta el punto de que las células de «grasa buena» «deberían empezar a considerarse como una célula muscular que ha acumulado grasa», indica la investigadora Barbara Cannon en un comentario que acompaña los artículos.

Esa proximidad es lo que permitió a los investigadores del Dana-Farber crear en el laboratorio nuevos adipocitos marrones a partir del tejido muscular de ratones. Y abrir así nuevas posibilidades de tratamiento. Una de ellas sería desarrollar terapias, con la proteína PRDM16 como diana, para transformar la grasa blanca en marrón. Bastaría con que el 2% de los adipocitos blancos de una persona obesa se convirtieran en marrones para acabar con el problema.

Los científicos también creen que se podrían trasplantar adipocitos «buenos», creados en laboratorio, en las personas con sobrepeso para acelerar la quema de calorías. O, quizá, dirigir a las células musculares para que se transformen en células «quema grasa».

En busca del fármaco perfecto

En el comentario editorial, Cannon dice que las dos investigaciones nos aproximan a una nueva vía para el tratamiento de la obesidad, teniendo como ayuda a estas células marrones «buenas».
La industria farmacéutica lleva años esforzándose por conseguir nuevas moléculas que permitan combatir la epidemia de obesidad. Aún no se ha encontrado un fármaco antiobesidad perfecto. Tampoco hay dietas mágicas. Como el sobrepeso es un desequilibrio entre la energía ingerida y la quemada, las terapias y dietas suelen centrarse en la ingesta -que se coma menos o se absorba en menor medida-sin reparar en la quema.