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2012/12/22

El médico todavía diagnostica mejor que el ordenador

El hombre que estaba en el escenario tenía cautivada a una audiencia de 600 personas. A lo largo de 45 minutos, la tensión había ido aumentando. Al final, habló. “Linfoma con síndrome hemofagocítico secundario”, dijo. La multitud estalló en aplausos.

Los profesionales de todos los campos veneran a sus superestrellas; en medicina, los mejores diagnosticadores son especialmente valorados. Gurpreet Dhaliwal, de 39 años, catedrático adjunto de medicina clínica en la Universidad de California, San Francisco, está considerado uno de los diagnosticadores clínicos más hábiles que ejercen hoy en día.

¿Hasta qué punto es especial el talento de Dhaliwal? Y para ser más exactos, ¿qué puede hacer él que un ordenador no sea capaz de llevar a cabo? ¿Alguna vez tendrán éxito los ordenadores sustituyendo a las personas en una labor que se basa no solo en un vasto cúmulo de conocimientos sino también en factores más intangibles como la intuición?

En los años setenta, un grupo de investigadores de la Universidad de Pittsburgh desarrolló un programa informático para diagnosticar problemas complejos de medicina interna general. Desde los años ochenta, el Hospital General de Massachusetts desarrolla DXplain, un programa que ofrece una lista ordenada de diagnósticos clínicos a partir de un conjunto de síntomas y datos de laboratorio.
Y también IBM, poco después de su triunfo del año pasado con Watson, el ordenador que jugaba a Jeopardy, trabaja en un Watson para la Sanidad.

Desde que estudiaba en la facultad de medicina, Dhaliwal ha sido un lector insaciable de casos clínicos en las revistas médicas y de conferencias sobre casos de otros hospitales. De vez en cuando utiliza un programa de comprobación diagnóstica llamado Isabel, solo para asegurarse de que no se le ha olvidado nada. Pero el programa todavía no ha ofrecido un diagnóstico que a Dhaliwal se le haya pasado por alto.

Dhaliwal recibe periódicamente casos de médicos confusos ante un conjunto de síntomas. Cuando trabaja en un caso difícil ante una audiencia, Dhaliwal hace gala de toda su capacidad de procesamiento mental, con el objetivo de “elevar la talla del pensamiento”, dice.

Sin ese énfasis, los médicos podrían olvidar la importancia de tener doctores inteligentes y reflexivos. “Porque en medicina”, dice Dhaliwal, “pensar es el procedimiento más importante”.

Mientras que los ordenadores son buenos a la hora de procesar números, las personas son intrínsecamente buenas para encontrar coincidencias entre patrones. Para tomar una decisión, los médicos deben combinar la lógica y el conocimiento con el olfato para buscar correspondencias entre patrones.

Isabel, el programa de diagnóstico que Dhaliwal usa a veces, fue creado por Jason Maude, un antiguo gestor financiero de Londres que le puso el nombre de su hija. A los tres años de edad, Isabel cayó enferma de varicela y a los médicos les pasó desapercibida una complicación mucho más peligrosa: la fascitis necrotizante, una infección que destruye los tejidos. Cuando por fin identificaron la enfermedad, Isabel había perdido tanto tejido que con 17 años sigue sometiéndose a operaciones de cirugía plástica.

Maude dice que si hubiesen introducido los síntomas —fiebre alta, vómitos, sarpullido— en un programa de diagnóstico, seguramente habrían identificado el problema. Añade que, mientras que alguien como Dhaliwal probablemente habría pensado en la fascitis necrotizante, los médicos de su hija estaban tan atascados en lo que se denomina sesgo de anclaje —en este caso, la simple varicela de Isabel— que no eran capaces de ver más allá.

Los errores de diagnóstico son responsables del 15% de los fallos que desembocan en un daño al paciente, según el Instituto de Medicina. Pero los programas informáticos de diagnóstico han tardado en abrirse camino en el ámbito clínico.

Henry Lowe, internista de la Universidad de Stanford, en California, duda de que un ordenador pueda sustituir alguna vez a un genio del diagnóstico como Dhaliwal. “Diseñar sistemas informáticos que funcionen bien con información incompleta o imprecisa es muy difícil”, dice Lowe.

El programa de IBM todavía no se ha centrado directamente en el diagnóstico. La empresa trabaja en enseñar a Watson a interpretar la información clínica y, en última instancia, ayudarle a escoger el tratamiento. El programa se basa en gran medida en el procesamiento natural del lenguaje. Puede entender la naturaleza de una pregunta y revisar grandes cantidades de información, como el historial clínico electrónico de un paciente, libros de texto y artículos, y luego ofrecer una lista de propuestas con un nivel de confianza asignado a cada una.

Dhaliwal está de acuerdo en que la ayuda del ordenador puede ser útil y cita el brote reciente de una enfermedad causada por un hantavirus en el Parque Nacional de Yosemite, en California. Diez personas contrajeron la enfermedad y tres murieron. “Si se hubiese usado Isabel o un programa similar, las muertes podrían haberse evitado, dice Dhaliwal. “A veces, podemos pensar que pisamos un terreno familiar, pero el ordenador está ahí para recordarnos que hay otras cosas”.

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