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2012/08/02

¿Y si la solución de la crisis económica es dejar de crecer?


No importa el tamaño, hay que centrarse en la calidad. Siempre ha sido un buen consejo cuando se quiere escoger una fruta, sin embargo, ahora algunos expertos defienden que debería ser nuestro lema económico.
Dicen que nuestra obsesión con el Producto Interno Bruto (PIB) y el crecimiento amenazan un desastre ambiental. O, como el economista RobertSkidelsky sostiene en un libro que acaba de escribir con su hijo Edward, nos está distrayendo de lo que realmente importa: vivir bien.

Skidelsky, profesor emérito de la Universidad de Warwick en Inglaterra, no es el único que ve la crisis financiera global como una oportunidad para hacer balance de la forma en que hemos organizado nuestra sociedad y, tal vez, repensar nuestra fijación por el crecimiento económico.
Algunos lectores que me escriben piensan que los periodistas económicos deberían ser más imparciales sobre el tema y no tratar a cada aumento del PIB como una buena noticia.
Para muchos, los años previos a la crisis podrían haberse visto como una edad de oro pero, ante la situación actual, no parece que ahora piensen lo mismo.
Incluso entonces había millones de familias donde ninguno de sus miembros tenía trabajo y millones de personas que trabajaban más horas de las que les gustaría.
Nos preocupaba que la gente corría a endeudarse para comprar cosas que realmente no podían pagar y ya entonces hablábamos de lo apretada que estaba la clase media.
Muchos también nos mostramos inquietos por los enormes salarios que acumulaban algunos y que derivaron en grandes desequilibrios que.
Quizá el discurso más extendido -defendido incluso por reputados economistas como MervynKing, GeorgeOsborne o EdMiliband- dice que tenemos que salir de esta crisis con un tipo diferente de economía, más equilibrada y menos vulnerable a las crisis.
¿Qué sucedería si también tuviéramos que tener un enfoque diferente para el crecimiento económico?

Calidad vs cantidad

CameronHepburn, economista del LondonSchoolofEconomics (LSE), está a favor de un enfoque orientado a la calidad del crecimiento que insertaría la "sostenibilidad" en el corazón de nuestro futuro económico.
Es un argumento familiar que se suele asociar a grupos ecologistas. La idea de la existencia de "límites naturales" de crecimiento era un gran tema de debate en la década de 1970.

Pero en el caso de Skidelsky, sus ambiciones son mucho más grandes. De hecho, en su libro es muy crítico con la posición de los ambientalistas.

Él y su hijo subrayan que centrarse en la felicidad en lugar del crecimiento económico es "simplemente sustituir un ídolo falso con otro".
El punto es dejar de pensar que no tenemos que maximizar nada, tanto si se trata de cierto grado de "felicidad" o del PIB, y empezar a centrarse en cómo vivir.
Para el analista, debemos volver a aprender la diferencia entre lo que necesitamos para tener una buena vida y, lo que queremos.
Entre otras medidas, Skidelsky considera que la reducción de jornada laboral, un aumento de los impuestos sobre el consumo y menos publicidad podrían proporcionar una manera de conseguirlo.
También propone que todos los ciudadanos reciban una pequeña "renta básica" para que tengan la seguridad financiera de perseguir sus talentos, incluso si esos talentos no son muy lucrativos.
La propuesta ha existido desde hace mucho tiempo y a veces se le ha llamado impuesto negativo sobre la renta.
No se ha implementado en el pasado y, seguramente, muchas personas se preguntarán si es el momento adecuado de aplicarla cuando la gente está más enojada que nunca con quienes se aprovecharon del Estado de bienestar. Incluso en el improbable caso de que los gobiernos tuviesen dinero extra para gastar.



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