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2012/04/13

Lo que nos separa de un mundo sin embotellamientos de tráfico


Ciudades sin congestionamiento, donde autos inteligentes operados por sistemas todavía más inteligentes circulan en perfecta armonía, sin humo, sin el aullido de las bocinas y donde los pasajeros puedan quizás leer un libro, ver una película o practicar otras actividades placenteras rumbo a su destino.
No es un sueño, ya contamos con la tecnología para que sea una realidad.

Al menos es ahí a donde apunta la tecnología y la visión que dejó entrever recientemente el jefe ejecutivo de Ford, Bill Ford Junior, quien aseguró que en ese idílico mundo ni siquiera parquear será una molestia.
Cada auto será direccionado a una plaza libre cuando entren en la ciudad.

Un lujo caro

Controlar el tráfico es relativamente fácil ya que en realidad las congestiones se pueden "curar" fácilmente tan sólo redireccionando los autos, pero para ello es necesario instalar sensores para controlar autos, semáforos, señales de carretera y todo lo demás.

Según afirman desde Ford, las conexiones inalámbricas son la única opción viable para que un mundo sin embotellamientos se haga realidad, tanto para mover los autos como para que operen los sensores acoplados en puentes y en espacios de estacionamiento.
El problema, dicen, es que el costo del cableado destinado a cada uno de estos sensores es absolutamente prohibitivo.
En el mundo del iPhone y la banda ancha para celulares es fácil imaginar que tal problema podría tener una solución, pero desengáñense, mire por donde se mire los números no cuadran.
Una conexión de banda ancha para cada espacio de aparcamiento sería carísimo tanto por el costo de los mecanismos electrónicos como la cuota del servicio.
Además, las baterías tendrían que cambiarse demasiado a menudo para que fuera viable y todos los sensores absorberían tanta capacidad de red que no seríamos capaces ni de entrar en nuestro perfil de Facebook.
La cuestión es que las redes de celulares son perfectas para la gente pero terribles para las máquinas. Las necesidades y aplicaciones necesarias son tan distintas que sería como tratar de unificar el transporte en tren de mercancías y pasajeros.
De hecho, la razón por la que los embotellamientos todavía existen es porque no disponemos de una red inalámbrica diseñada exclusivamente para estos sensores, semáforos y en definitiva, máquinas.

Máquinas durmientes

Esta red inalámbrica tendría mucho en común con las redes de celular. Estarían compuestas por una serie de estaciones en distintas partes del país para proporcionar la cobertura necesaria, idealmente mejor que la que usamos para nuestros móviles.
Los chips inalámbricos insertados en las máquinas "hablarían" con estas estaciones y se enviarían mensajes a través de las redes para controlar estos centros.

No obstante, su tecnología sería bastante distinta. Intencionadamente emplearía un volumen menor de datos que la banda ancha de móviles para así poder utilizar chips más simples y baratos, así como baterías de larga duración.
La optimización de la red se daría con el envío de mensajes cortos enviados intermitentemente, en lugar de con una conexión rápida y descargas multimedia.
Esto permitiría a las máquinas "dormir" la mayor parte del tiempo para conservar su carga energética durante una década.
Para ello, las máquinas tendrían que disponer de transmisores de bajo consumo de modo que los chips cuesten poco más de un dólar la unidad. De este modo, se podría hacer llegar un mensaje concreto a todos y cada uno de los semáforos de una ciudad.
Si dispusiéramos de este tipo de red se podría incluir conexiones inalámbricas por todas partes, no solo en los carros, espacios de estacionamiento y semáforos, sino en los medidores de electricidad, monitores de ritmo cardíaco en hospitales, collares para gatos o lavarropas. La lista es interminable.
Si esto todavía no existe hoy es también porque ha faltado visión y porque las frecuencias de banda de radio son limitadas.
Existen distintas frecuencias de radio y distintos anchos de banda y las máquinas necesitan una de características muy particulares.
Las frecuencias ideales para las máquinas son aquellas donde las señales de radio pueden viajar lejos, donde hay suficiente capacidad para 1.000 millones de aparatos para un país del tamaño de Reino Unido y sobre todo que sea barato, ya que una plaza de aparcamiento no pagará lo mismo que un usuario de iPhone.
No ha sido hasta muy recientemente que se ha hallado la frecuencia que cumpla estos requisitos y todavía se está trabajando en ello para que pueda tener un uso comercial.

El chip sin peso

Basados en este hallazgo, ingenieros, empresas y demás, muchos pertenecientes a instituciones como el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE) trabajan en una misma dirección: desarrollar una tecnología estándar que funcione bien con la frecuencia identificada conocida como "banda de espacio blanco" y que sea óptima para las máquinas.
Microcontroladores diminutos podrían extender internet a una gran cantidad de aparatos. Esta tecnología se llama "Weightless" (sin peso).
Se espera que chips weightless cuesten pronto poco más de un US$1 y que estén por todas partes de 2013 en adelante.
Estos chips se comunican con las redes, las bases de datos y los centros de control, haciendo que las cosas funcionen mejor; que el tráfico fluya bien, que los medidores trabajen correctamente y que los lavarropas te envíen un mensaje al celular avisando, por ejemplo, que necesitan que alguien les desbloquee una tubería.
Así que si un día se encuentra usted sentado en su auto en una ciudad sin embotellamientos sepa que todo se deberá a un chip barato que habrá cambiado para siempre el mundo que le rodea.



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