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2012/03/05

La importancia de los gatos y los memes en internet

¡Bienvenidos a esta columna!, que en inglés sería Welcome to this column!, pero si se trata de un lolcat: Welcom 2 dis colum.
Para los primerizos, un lolcat es uno de los virus benignos más penetrantes de todos los memes de internet.

Son los casi innumerables hijos de una venerable clase de objetos: las "imágenes macro", en las que un texto se superimpone en una fotografía.
Nacidos en 2005, los "laugh-out-loud-cats" (lol) -cuyas tres primeras palabras significan "riendo a carcajadas" y la cuarta "gato"- incorporan fotos de animales adorables con textos cómicos mal escritos.
Esto puede no prometer mucho en términos de diversión, pero escriba "lolcat" en la ventanita de Google y aparecerán no sólo más de seis millones de imágenes, sino también iniciativas que van desde serios estudios académicos hasta algunas honestamente desconcertantes, como el "proyecto de traducción de la biblia lolcat", que está convirtiendo todo el sagrado libro al lenguaje "lol".

Máquina de memes

Los lolcats son el pináculo de lo que se conoce como internet memes, el equivalente en la red de la idea acuñada por el biólogo Richard Dawkins en su libro de 1976 "El gen egoísta" para describir la expansión casi orgánica de algunas ideas en la sociedad.

Dawkins no se imaginó que, en cuestión de unas pocas décadas, su palabra también describiría un tipo contemporáneo de objeto único: un virus benigno de la era digital, que muta y se propaga a través de aquellos a quienes persuade a reírse a carcajadas en su camino.
Hay decenas de miles de memes en línea, que encarnan cantidades casi inimaginables de pérdida de tiempo.
Desde bebés danzantes hasta felinos voladores en forma de galletas, los memes van de la sátira (la brecha entre el momento en el que los políticos lanzan su propaganda política y la web las torna en parodias se mide ahora en minutos, no en horas) hasta chistes de la cultura popular con varios niveles de subtexto.
Hay mucho debate sobre cuál fue el primer meme digital, aunque uno de los principales aspirantes es el emoticón de la cara sonriente, :), cuyo primer uso registrado es 1982 en uno de los foros de discusión en internet originales.
Sin embargo, casi todo el mundo está de acuerdo en que los memes más potentes involucran alguna combinación de animales atractivos y lenguaje figurado.

La magia de los animales

¿Por qué animales?

Un estudio hecho en la Universidad de Yale en 2007 sobre "la atención a los animales como categoría específica" destacó que los humanos tienen una tendencia desproporcionada a prestarle más atención a esas criaturas que cualquier otro tipo de objeto.
La tendencia va incluso más allá que el cableado evolucionario.
Una de las paradojas de una vasta estructura global como internet es que su expansión pone el mismo énfasis en las divisiones entre los humanos que en la comunicación entre ellos.
La red virtual del siglo XXI está repleta de diferentes naciones, lenguajes, referencias culturales, preocupaciones y fuentes de diversión. Pero, aparte de un puñado de celebridades, los seres humanos mismos son sencillamente demasiado particulares para ser un producto de exportación universal, por estar vinculados a un momento, lugar y cultura específica.
Los animales son lo opuesto, sobre todo los domésticos, como los gatos y perros.
Libres de lenguaje y nacionalidad, son lienzos en blanco en los que se puede dibujar a gusto.
Escriba "cats" (gatos) en YouTube y verá que los primeros diez resultados (de 1,4 millones) han sido vistos más de 200 millones de veces entre ellos.
Con perros, la cifra es aún más alta: cerca de 350 millones.

Las fotos de animales hasta han engendrado su propia teoría política, gracias en parte al pensador digital y director del Centro para los Medios Cívicos de MIT, Ethan Zuckerman.
El argumento de Zuckerman -a veces llamado 'la teoría del activismo político de los gatos graciosos'- es que las herramientas y técnicas desarrolladas para compartir imágenes adorables son también vehículos extremadamente efectivos para diseminar contenido político revolucionario.
Después de todo, está en la naturaleza misma de los memes el ser tanto populares como populistas; fáciles de crear, copiar y diseminar; y muy difíciles de filtrar o eliminar.
Esto trae a colación la cuestión sobre qué tanto ayudó la infraestructura global de diseminación de memes a atizar, por ejemplo, la Primavera Árabe, que le debe mucho de su expansión inicial tanto dentro como fuera de Túnez al intercambio de videos de manifestaciones en sitios de web manejados fuera del país.
Intercambiar fotos de gatos no tumba gobiernos pero los sitios, hábitos y sistemas fomentados por los memes sí presentan serios retos a quienes desean regular la marea de información global.

Compártalo

Si esto suena grandioso, vale la pena hacer una pausa para reflexionar sobre las credenciales únicas de la web cuando se trata de mezclar la banalidad con la brillantez.

En términos de internet, los memes son literalmente mejores que el sexo, y muchísimo más que la política: más populares, más universales y mucho mejor aceptados.
Vivimos en un mundo digital que le confiere un valor profundo a la capacidad de compartir y de reirnos juntos de casi cualquier cosa.
Piense en la respuesta, en enero 2012, al intento del Kremlin de calumniar a un líder de la oposición, Alexei Navalny, publicando una foto mal manipulada de él junto con un controvertido oligarca. La reacción -más efectiva que cualquier negativa sosa- fue publicar una serie de imágenes mostrando a Navalny en la compañía de Hitler, Stalin, Napoleón, un extraterrestre y hasta el mismo Vladimir Putin.
Es una idea alegre, que nos debería recordar en qué tipo de espejo nos estamos mirando en las tecnologías del siglo XXI.
Las risa sola no derroca regímenes odiosos y los astutos dictadores desde hace tiempo saben cuán útiles son el pan y los circos.
No obstante los memes, desde su mejor ángulo, representan mucho más que un ejercicio colectivo de insensatez o negación.
Así como la sociedad humana misma tiene la capacidad de actuar, en los términos de Dawkins, como una especie de banco de genes para ideas y creencias, hoy en día somos los agentes conscientes de nuestra propio deleite y distracción de una forma que nunca antes había sido posible.
Y con esto viene una nueva noción de lo que significa ser parte de un colectivo humano verdaderamente global, celebrando y repensando su propia naturaleza a diario, con gatos cómicos, bebés danzantes y Putin en Photoshop incluidos.

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