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2012/01/09

Minitel: Francia entierra sin honores a su internet 'dinosaurio'

Hay quien cree que en 2012 llegará el fin de mundo, según la (errónea) interpretación de una profecía maya, pero lo que sí es objetivo, seguro y de mayor calado histórico es que 2012 va a sellar el fin de servicio del Minitel, una red telemática de France Telecom que fue la primera, antes de internet, en proporcionar masivamente a millones de hogares una forma de webs primitivas y un chat eficaz.
El cierre del servicio Minitel para 2012 fue anunciado hace unos meses por la operadora histórica francesa, que ha dejado de ser un ente público y hoy está reagrupada en el seno de la firma Orange. Aunque esa firma sigue teniendo capitales públicos, funciona con las mismas consignas que cualquier multinacional privada, y por lo tanto ha decidido que el Minitel ya no es rentable. El cierre de la red Minitel fue, pues, confirmado recien-temente, para una fecha que debería situarse en junio del año que entra.

En la actualidad resulta difícil imaginarse lo que representó en 1982 el Minitel. Hoy, en el mundo occidental, la mayor parte de los ciudadanos disponen de webs, chats y redes sociales abundantes al alcance de las yemas de sus dedos vía internet, lo que representa miles de millones de personas en todo el mundo las 24 horas del día. O sea, que los diez millones de conexiones mensuales a unos mil servicios que representó la red francesa Minitel en 2009 no son más que un grano de arena en una playa mundial.
Pero cabe resituarse en lo que representó esa red del operador público France Telecom en 1980. Entonces, cuando muy pocos sabían lo que quería decir "red de telecomunicaciones", y cuando la palabra "teclado" era algo sólo comprensible para unos pocos iniciados en centros de control industriales, o para los aficionados a las consolas Atari, el Minitel fue una auténtica revolución.
El arranque fue una demostración de fuerza de lo que entonces era Francia al término de lo que se llamó les treinte glorieuses, es decir, las tres décadas de expansión constante del bienestar en un país que había estado ocupado y destrozado por la Segunda Guerra Mundial. En 1978, el presidente Valéry Giscard d'Estaing encarga un informe sobre toda aquella nebulosa que se llamaba "sociedad de la información" a dos pequeños genios incipientes, Simon Nora y Alain Minc.

Concluyen que es capital facilitar terminales "telemáticas" a los hogares, para que puedan interconectarse con servicios a partir de la norma videotexto, sin imágenes pero con grafismos a base de píxeles. Así, rápidamente, gracias a un programa industrial que tuvo que ver con el poder de contratación del sector público y con el monopolio público de telecomunicaciones, los franceses pusieron de pie una red que suministraba servicios y chat a través de las líneas tele-fónicas.

Buenos resultados

El éxito fue fulgurante. Frente al fracaso de la red NAPLPS de Estados Unidos (entre dos y seis minutos para cargar una página), o de las redes Prestel, Ceefax o Bildschirmtext de otros países europeos, el Minitel francés pudo alinear rápidamente unos resultados espec-taculares.

Tras el plebiscito, entre 1981 y 1984, de experiencias locales en la periferia de París y en varios territorios del país, en 1985 Francia franqueaba la barrera del millón de hogares equipados con su pequeño terminal Minitel, que hoy puede ser visto como deliciosamente retro. En el año 2000, justo antes de la explosión internet, había nueve millones de hogares equipados, y 22 millones de personas (de una población entonces de unos 58 millones) utilizaban sus servicios.
Durante ese mismo periodo, en Estados Unidos sólo el ejército, las universidades, algunas multinacionales y ciertos multimillonarios disponían de redes del tipo internet, con una capacidad que hoy se aproximaría a lo que llamamos banda no ancha. Tanto era así que, a principios de la década de 1990, el que iba camino de convertirse en vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, enviaba a varios estudiosos a Francia para analizar qué forma podrían cobrar lo que luego él llamó "las autopistas de la información".
Minitel tenía un sabor delicioso. Tras teclear en el teléfono (o en el teclado del terminal, para los más afortunados) unos números especialmente el "3614" o el "3615" unos chasquidos de las conexiones módem invitaban al usuario a escribir el nombre del servicio deseado. Podía ser tanto simplemente "annu", por "anuario telefónico", como "ulla", para el que fue uno de los primeros y más exitosos servicios de mensajería erótica. Todo ello, por un precio por minuto que podía ir de 0 a 0,8 euros.
Hoy, en el Museo de la Informática situado en el barrio de negocios parisino, La Défense, aún se puede observar ese formidable dinosaurio de internet que fue el terminal Minitel 1 RTIC, distribuido gratuitamente por France Telecom a mediados de la década de 1980 a cualquier abonado a una línea telefónica. Sin disco duro, con una memoria RAM más que limitada, y con un módem de 1.200 bits por segundo en recepción, en sus pantallas de 25 líneas por 40 columnas de videotexto, con ocho niveles de gris, los caracteres aparecían gracias a seis gordos píxeles. En su día, esos ladrillos píxel llegaron hasta a servir para presentar obras de videoarte, que hoy se denomina arte ASCII, al que rinde homenaje un centro de creación de reciente apertura en París, el centro de la Gaité Lyrique, inaugurado en 2011.

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