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2011/09/30

"Quiero que se acabe la discriminación"

La investigación clínica no iría a ninguna parte sin voluntarios sanos que aceptaran probar medicamentos en fase experimental. Por esta razón, los coordinadores del estudio RISVAC02, que evaluaba la seguridad de la vacuna MVA-B, reiteraron ayer su agradecimiento a los 30 participantes en el ensayo clínico en fase I.
Juan Ignacio Sánchez, investigador predoctoral en Química en Barcelona, es uno de estos voluntarios. Se enteró casi por casualidad, porque se lo comentó un amigo médico que hacía la residencia en el hospital Clínic, uno de los dos centros participantes en el ensayo. Le pareció interesante en el aspecto científico, pero también en el personal. Sánchez estuvo a punto de tener una relación con un seropositivo, pero el tema no cuajó porque el afectado, consciente de su estado, no quería relacionarse con nadie. "Desde entonces siempre he tenido interés en que la gente con VIH pueda tener un tratamiento", reflexiona.
El voluntario, que en la actualidad tiene varios amigos seropositivos, tiene claras sus motivaciones para participar en el ensayo: "Quería aportar algo, ayudar a acabar con la discriminación de estas personas".
El proceso de entrada en el ensayo fue muy riguroso. Tras llamar al teléfono que figuraba en los tablones de anuncios del hospital, se entrevistó con el coordinador de la parte catalana, Felipe García. "Me hizo todo tipo de preguntas clínicas y también de tipo sexual; supongo que era una criba", relata.
Sánchez sospecha que buscaban personas con conductas de bajo riesgo. Él, que lleva siete años con pareja estable, fue preseleccionado. A partir de ahí empezó la batería de pruebas médicas, hasta que le tocó inyectarse la primera dosis del prototipo. "Ni yo ni los médicos sabíamos si me había tocado placebo o vacuna; ahora, cuando ha terminado, he sabido que recibí la inmunización y que todo fue muy bien", comenta.
De la participación en el ensayo, que concluyó hace más de un año, el químico recuerda que la vacuna apenas le produjo efectos adversos. "Sólo la primera dosis me dio una pequeña reacción en el brazo, un poquito de dolor en la zona de inyección".
Sánchez es consciente de que, a pesar del éxito del ensayo en el que ha participado, actualmente no está protegido frente al VIH. "Sé que sólo he desarrollado anticuerpos", apunta. El doctorando, que recibió alrededor de mil euros por incontables visitas al centro hospitalario y pruebas clínicas, tiene claro que "volvería a participar" en la fase II porque le dio la impresión de que "todo estaba muy controlado". 

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