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2011/05/13

La facultad que regala becas pero no consigue alumnos

Desde que se creó en 1993, el Instituto Sabato, una prestigiosa entidad académica argentina, ofrece becas para que unos 18 estudiantes se formen como ingenieros en materiales. Pero a pesar de ese incentivo -que actualmente equivale a unos US$650 por mes- hasta ahora la facultad no ha logrado llenar todos sus cupos.
El caso del Instituto Sabato, que depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica y de la Universidad General de San Martín, no es aislado.

Según datos de la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en Argentina sólo el 19% de los estudiantes universitarios cursan carreras de ciencias, ingeniería o manufacturas.
La vasta mayoría de los alumnos opta por estudiar ciencias sociales o humanidades.
Así, por ejemplo, en la principal casa de estudios del país, la Universidad de Buenos Aires (UBA), se gradúan todos los años el triple de psicólogos que de ingenieros.
Según el secretario académico del Instituto Sabato, Luis Quesada, lo curioso de la tendencia es que carreras como la que ofrece esa facultad tienen mucha más salida laboral que las llamadas "ciencias blandas".
"Nuestros alumnos reciben ofertas de trabajo incluso antes de recibirse", aseguró a BBC Mundo.
Además, Quesada destacó la versatilidad que ofrece una profesión como la de ingeniero en materiales, que puede desarrollarse tanto en un laboratorio como en varios tipos de industrias, incluyendo la siderúrgica, la petrolera, la biomédica y la de transporte.

Desinterés

Para los expertos, son varios los factores que explican la falta de interés de los jóvenes argentinos por estudiar las "ciencias duras", como ingeniería, química, física, matemáticas y computación.

"Hay una cuestión de facilismo. Es mucho más asequible a nivel intelectual estudiar las ciencias sociales o humanas", dijo a BBC Mundo el especialista en educación Federico Mejer.
Para Mejer, esa laxitud tiene relación con un cambio de paradigma en el seno de muchas familias argentinas: "La generación actual de padres profesionales es mucho menos exigente con sus hijos y eso se ve en el desempeño académico y profesional de los chicos", señaló.
Quesada coincidió en que carreras como la que enseña su instituto académico requieren mucha más dedicación, y por eso consideró importante que el Estado ofrezca incentivos para atraer a nuevos postulantes.
"Hoy en día se perdió la cultura del trabajo y el esfuerzo. Muchos chicos buscan dinero o fama y por eso estudian carreras como administración de empresas o comunicación social", afirmó.

Escuela deficiente

Quesada enumeró otra posible causa para el bajo número de estudiantes de carreras científicas: la mala educación que se brinda sobre el tema a nivel de la escuela media.

"La ciencia cuando no se explica no se entiende y eso no motiva", sostuvo.
En ese sentido, Quesada consideró que el deterioro que sufrió la educación escolar en Argentina a partir de los años '90 podría explicar en gran medida el fenómeno que se vive en las universidades hoy.
Los años '90 dejaron otro oscuro legado que afecta la convocatoria actual de las carreras científicas: en ese entonces la salida laboral para los graduados en ciencias era muy pobre, ya que los laboratorios no contaban con buena financiación estatal y la industria argentina también estaba en declive.
Desde entonces, existe la percepción de que para desarrollarse profesionalmente como científico un argentino está obligado a viajar al exterior, a menos que esté dispuesto a vivir con ingresos bajos si se queda en el país.
"Eso ya cambió. Ahora se invierte mucho en ciencia y la oferta laboral es buena. El problema es que todavía no se ha logrado difundir con éxito estos beneficios", opinó el académico.
A mediados de junio cerrará la inscripción del Instituto Sabato. ¿Será este el primer año desde su creación que la facultad logrará llenar sus 18 vacantes?
"Aún es muy pronto para determinarlo, pero cruzo los dedos que así sea", se esperanzó Quesada.

BBC Mundo

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