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2011/03/04

El negocio de "lavarle la cara" a Medio Oriente

En los últimos dos meses, mientras que los disturbios se propagaban por Medio Oriente y el Norte de África, desde Túnez a Bahréin, las agencias de relaciones públicas que representan a líderes árabes contactaron discretamente a muchos periodistas occidentales en un desesperado intento por detener el flujo de noticias negativas sobre esos países.
Y el Reino Unido se ha convertido en un centro mundial de este tipo de relaciones públicas internacionales.
La industria está menos regulada que en Estados Unidos. El gobierno británico ya dijo que quiere implementar una mayor reglamentación de las relaciones públicas y el lobby (cabildeo).
Pero los activistas de las organizaciones que luchan por la transparencia afirman que las autoridades no se está tomando la cuestión lo suficientemente en serio.

Lea también: Occidente y las "inconsistencias" ante el mundo árabe

Lavado de cara

El Soho, en el centro de Londres, alberga a numerosos medios de comunicación, agencias de publicidad y empresas de relaciones públicas. Estas últimas facturan alrededor de US$11.000 millones al año.
Pero no sólo las empresas se dirigen al Soho para pulir su imagen: también lo hacen países enteros.
Londres se está convirtiendo en un centro mundial para los gobiernos y los líderes mundiales -algunos de ellos con historiales de derechos humanos muy discutibles- que quieren hacerle una suerte de cirugía estética a su imagen en Occidente.
"Me imagino que todos estos (países) están representados de una manera u otra por una agencia de relaciones públicas de Reino Unido", me dijo Nick Allan en uno de los clubes más exclusivos del Soho, luego de que le mostrara una lista de Estados árabes que incluía a Egipto, Túnez, Jordania, Arabia Saudita y Bahréin.
Allan trabajó durante 20 años para el Foreign Office (la Cancillería británica). Ahora es un consultor independiente de relaciones públicas. A pesar de que actualmente no representa a ningún gobierno extranjero, en el pasado ha tenido que lidiar con lo que él llama "regímenes difíciles".
"La clave es cambiar la narrativa de ese régimen. No se puede cambiar el hecho de que un gobierno es una dictadura; a un dictador sólo se le puede aplicar mucho lápiz labial. Por eso hay que intentar cambiar la narrativa señalando todos los aspectos positivos que se pueda".
En la práctica, dijo Allan, el trabajo incluye elaborar y colocar artículos en los periódicos, presentarles a los periodistas a miembros del gobierno en cuestión y organizar viajes al país-cliente. A menudo, la agencia de relaciones públicas también tratará de acallar las noticias negativas.
"Muy a menudo lo que se hace es, puramente, reducir los daños. Hay un artículo en la prensa que al cliente no le gusta y te llama por teléfono a los gritos para que tumbes la historia y hagas todo lo posible para que esa noticia desaparezca".
"Una gran cantidad de agencias de relaciones públicas emplean abogados de medios de comunicación para hacer exactamente esto: escribirles a los editores y presionarlos todo lo posible a ellos o al periódico para que no publiquen la noticia".
¿Pero por qué una compañía querría representar a un régimen como el del coronel Muamar Gadafi, en Libia?
La respuesta obvia es, por supuesto, el dinero. Los contratos pueden valer millones de dólares al año.
Pero también hay una corriente de opinión que dice que, al igual que en un caso legal, cada país tiene derecho defenderse en el tribunal de la opinión pública internacional.

"Disparando desde los tejados"

Pero, al menos para algunos, hay límites.
Hasta principios de 2011, el gobierno de Túnez estuvo representado en EE.UU. por una empresa de relaciones públicas con sede en Washington, Washington Media Group. El presidente de la compañía, Greg Vistica, explicó que en enero llegó un momento en el que tuvo que volver a evaluar la situación.
"Cuando comenzaron las protestas, las monitoreamos muy de cerca. Y al final decidimos que no podíamos trabajar para un país que les estaba disparando a sus ciudadanos desde los tejados y, basándonos en nuestros principios, decidimos darlo de baja como cliente".
Vistica dice que, como empresa de relaciones públicas, uno entabla una relación con un país como Túnez "con los ojos bien abiertos". La cuestión de representar o no a una nación en particular es una decisión ética e individual, no de carácter jurídico.
Sin embargo, si en Estados Unidos una empresa de relaciones públicas adopta a un gobierno extranjero como cliente, debe registrarlo en el Departamento de Justicia. En el Reino Unido actualmente no existe esa legislación, por lo que a menudo es muy difícil saber exactamente a quién representa una compañía.
En el Reino Unido, cuando se trata de representar a gobiernos extranjeros, el nombre de una empresa resuena mucho más que cualquier otro: Bell Pottinger.
Bell Pottinger está encabezada por Tim Bell, ex integrante de Saatchi and Saatchi, la empresa que realizó muchas campañas para la ex primer ministra británica Margaret Thatcher durante la década de los años 80.
La firma, o parte de ella, tiene su sede en un edificio anónimo y moderno de ocho pisos a pocos pasos del Soho, cerca de las Cortes Reales de Justicia.
Bell Pottinger representa al gobierno de Bahréin y en los últimos días también les ha estado escribiendo a los periodistas en nombre de un miembro de la familia real libia, derrocada por Gadafi en 1969.
Casi seguro que también representan a otros gobiernos de la región. Sin embargo, un portavoz de Bell le dijo a la BBC que por una cuestión de política de la empresa no dan información sobre su cartera de clientes y que nadie de la agencia daría una entrevista.
"Creo que lo importante en el debate es la cuestión de la transparencia", dice Nick Allan.
"Creo que se la debemos al público. La gente necesita tomar sus propias decisiones acerca del origen de la información que recibe. Y si no se es transparente, nunca se puede estar seguro".

Transparencia light

El martes, tres organismos de relaciones públicas y lobby se reunieron para poner en marcha una organización paraguas llamada Consejo de Relaciones Públicas de Reino Unido (UK Public Affairs Council o UKPAC).
Las empresas que se inscriban en el UKPAC tendrán que adherirse a un código de conducta y publicar una lista de sus clientes. Pero la membresía será voluntaria.
"Básicamente, la industria del lobby estableció estas medidas para evitar la regulación legal", dice Tamasin Cave, de la Alianza para la Transparencia en el Lobby.
"El gobierno se comprometió a establecer un sistema legal. Y creo que la industria del lobby tiene la esperanza de que este registro voluntario realmente lo reemplace. Será una forma de 'transparencia light'".
Incluso dentro de la industria las aguas están divididas. Algunas personas trabajan con ahínco para mantener las ya de por sí laxas leyes de relaciones públicas británicas tal como están.
Otros, sin embargo, sienten que a menos que demuestren que son serios respecto a la transparencia de la autorregulación, el gobierno intervendrá y lo hará por ellos bajo una nebulosa de sospechas públicas.

BBC Mundo

1 comentario:

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