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2011/02/11

El préstamo de libros digitales llega a las bibliotecas públicas

Para llevarse 1.000 libros prestados de una biblioteca hace falta por lo menos una furgoneta. Y, desde luego, don de gente para convencer al bibliotecario. Pero en 15 bibliotecas públicas del Estado ya no hay tantas complicaciones. Basta con un lector y una tarjeta. Justo en estos días se está poniendo en marcha el proyecto aprobado en diciembre por el Ministerio de Cultura para que esos centros empiecen a prestar libros digitales.
El servicio funciona de forma parecida en las 15 bibliotecas. Tras registrarse, el usuario puede llevarse un e-reader ya cargado de libros electrónicos y quedárselo entre 15 y 45 días. El otro dato común entre todos los institutos involucrados es la inversión del ministerio: 130.000 euros, entre otras cosas, para adquirir 750 e-readers. Aunque los gastos y los lectores están destinados a aumentar. Rogelio Blanco, director general del Libro, explica por teléfono que Cultura espera extender el servicio a todas las 54 bibliotecas públicas del Estado a lo largo del año. Es la propuesta más relevante de la reunión en Vitoria del consejo de cooperación bibliotecario (compuesto por representantes del ministerio, de las Comunidades autónomas, de las universidades y de los editores) de la que Blanco acaba de salir.
Fechas de inauguración, números de dispositivos y libros en el catálogo varían según la biblioteca. La central de Cantabria empezó el 3 de enero, con 41 lectores, 184 libros electrónicos cargados en las tarjetas y "un éxito que no nos esperábamos", cuenta por teléfono desde Santander la directora Loreta Rodríguez. En la biblioteca de Huelva , en cambio, el préstamo arrancará el 21 de febrero, coincidiendo con su décimo aniversario. "Habrá 37 dispositivos y 1084 títulos", explica el director Antonio Gómez. Antes de finales de febrero las 15 (Ciudad Real, Huelva, La Rioja, Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, Mérida, Murcia, Oviedo, Palma de Mallorca, Santander, Santiago de Compostela, Tarragona, Valencia, Valladolid y Zaragoza) van a poblarse de los nuevos e-readers.
El retrato de Dorian Gray, El Quijote, La Iliada. De momento se prestan casi exclusivamente clásicos, textos libres de los derechos de autor. "Es una manera de salvarlos, y preservarlos para las generaciones futuras", según el estadounidense Peter Brantley, líder de un movimiento que promueve el préstamo mundial de libros digitales. A la espera de las primeras valoraciones oficiales, las bibliotecas consultadas retratan una respuesta muy satisfactoria por parte del público que respalda la tesis de Brantley.
Un paso adelante, aunque pequeño
El vaso sin embargo se puede ver también medio vacío. Ante todo, el proyecto del Ministerio de Cultura es una novedad a medias. La mayoría de los textos del catálogo se pueden descargar fácilmente de páginas web como la del Instituto Cervantes o Google Libros. Las mismas bibliotecas reconocen que se trata más que nada de una iniciativa para familiarizar a los lectores con los nuevos soportes. Son un 5,3% los españoles que ya leen en los e-readers, según el último barometro de la Federación Gremio Editores .
Las condiciones del préstamo obligan en muchos casos a desplazarse hasta la biblioteca, ya que la única manera de obtener un libro concreto es llevándose a casa el lector también. Pero lo que falta sobre todo, y sigue faltando, es la posibilidad de prestar libros más recientes, o incluso nuevos. Los derechos de autor y la falta de un acuerdo con las distribuidoras hacen que la cuadratura del círculo sea ahora mismo remota. CEDRO, la entidad que defiende los derechos de autores y editores , explica en un correo electrónico que ante todo hay que establecer qué papel va a jugar cada uno de los protagonistas (lector, autor, editor, biblioteca). Pero admite que "las editoriales puede que tengan que adaptar su modelo de negocio a través de las bibliotecas para facilitar a los usuarios obras electrónicas". Más allá de las definiciones, la sensación, como reconocen fuentes de la Comunidad de Madrid, es que queda todavía mucho camino por recorrer y tiempo por esperar.
Y eso que, según la directora de la biblioteca de la Rioja , Lola Ramírez, la solución sí es simple: "Una plataforma digital a la que puedan acceder las bibliotecas, comprar los libros y ponerlos a disposición del usuario". Gómez, de la biblioteca de Huelva, también optaría por esta posibilidad. En unos meses, podrán valorar algo más concreto: Arantza Larrauri, de la plataforma Libranda , creada por un acuerdo entre siete editoriales para la venta on-line de libros digitales, explica por teléfono que están "preparando una propuesta para las bibliotecas, para ofrecerles los mismos servicios que se ofrecen ahora a las librerias". Un paso pequeño más cerca del sueño de Book Server Project, dirigido por Brantley: una red global digital de venta y préstamo de centenares de miles de libros. El director general del Libro, Blanco, frena sin embargo los entusiasmos: "Hay que encontrar una solución que respete al lector, al autor y al editor, sin alterar el ecosistema".
El pionero
Agustín Mohacho tiene claro que el préstamo de las últimas novedades es el rumbo para el futuro. El director de la biblioteca municipal de Don Benito (Badajoz) puede presumir de ser el pionero del préstamo de libros digitales en España. Y en efecto, lo hace. Es la primera frase que dice al coger el teléfono. Empezaron a prestar lectores y libros electrónicos en 2008. Desde entonces muchas bibliotecas municipales y regionales ya se han convertido a la fe en lo digital. "Los dispositivos costaban unos 300 euros, solo compramos cinco", recuerda Mohacho.
Ahora su biblioteca suma 10, y el director tiene pensado adquirir otros cinco para este año. Mohacho sostiene también que está negociando con algunas editoriales para comprar la versión digital de obras recientes. Mientras, disfruta como los usuarios del nuevo soporte: "Te permite subrayar y si pinchas en una palabra te lleva a su significado en el diccionario". Las consecuencias, imprevisibles: "Jamás pensaba que me leería Mi lucha de Hitler y sí lo he hecho con el aparatito ese".

El Pais

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