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2010/12/31

"Tener aplicaciones para Windows Phone es sólo cuestión de tiempo"

Alfred Astort (Barcelona, 1961) trabaja en el campus de Microsoft en Redmond (EEUU) desde 2006. Tras su paso por el equipo de incubación de nuevas ideas para internet, en los últimos dos años ha encabezado el diseño del que hoy es uno de los mayores retos de la compañía en el sector de la telefonía móvil: Windows Phone 7 (WP7). Lanzado en octubre, aspira a hacer frente a Android, el sistema operativo de Google, y al iPhone de Apple.
¿Cómo fue la creación de WP7?
Cuando me incorporé al equipo de Windows Phone, Microsoft se había dado cuenta de que había que crear una plataforma desde cero. Para crear un dispositivo para el siglo XXI, no podíamos aprovechar nada de lo que teníamos. La plataforma Windows 6.x era muy antigua, no se había diseñado para dispositivos táctiles. Ahí empezamos por definir una nueva experiencia. Nos centramos sobre todo en qué lenguaje visual tenía que tener un sistema dirigido a personas que quieren sacan el máximo rendimiento de su tiempo.
Mientras trabajaba en WP7, iPhone y Android ya sonaban con fuerza. ¿Cómo veía eso su equipo?
Entonces ya estaba claro que el iPhone era una plataforma que había conectado muy bien con el usuario. Pero no queríamos mirar qué había en el mercado. Nuestro objetivo era definir un teléfono que sabíamos que saldría tarde en comparación con lo que ya existía. Queríamos definir nuestra propia plataforma y asegurarnos de que estábamos poniendo unos cimientos sólidos para un sistema que se debía usar en el futuro.
¿Cómo definieron en qué tenían que ser diferentes?
Hemos creado un teléfono que puede competir con cualquiera de los que hay en el mercado y que ofrece una base para crecer en dispositivos de diferentes tamaños y características. De hecho, vamos a ver cómo en otros productos de Microsoft empieza a influir la interfaz de WP7, sin ornamentos, sin falsos efectos 3D, sin intentar reproducir una falsa realidad; un sistema visual honesto. La plataforma lleva poco tiempo en el mercado y de lo que estamos más orgullosos es de la conexión emocional con los usuarios. No se puede comparar con terminales que llevan años y que tienen muchas más aplicaciones, pero estamos contentos con la reacción del usuario. Eso para un diseñador es lo más importante. Que un sistema tenga 3.000 aplicaciones o 2.000 es sólo una cuestión de tiempo, no es algo que nos preocupe. Sabemos que hay plataformas que tienen más de 50.000 aplicaciones, pero lo que importa al final son las aplicaciones de calidad y las que usa la mayoría. Nos hemos centrado en que no falte ninguna de las cien aplicaciones que utiliza el 90% de la gente. El resto llegará.
¿Cómo se consigue desarrollar esa experiencia emocional?
Sumando un conjunto de pequeños y grandes detalles que se van percibiendo a medida que interactuamos con el teléfono, desde un elaborado diseño gráfico, pasando por esmeradas animaciones o pulidas transiciones, hasta el rendimiento del dispositivo; todo suma para conseguir una experiencia que sorprenda y deleite a la gente. Esta experiencia holística es la que genera y refuerza el vínculo emocional que las personas desarrollan con las máquinas, el objetivo primordial de un diseñador de experiencias de usuario.
Las cifras de mercado hablan de un crecimiento exponencial de Android. ¿No les asusta?
El negocio de los smartphones está en su infancia, aún no es ni el 20% del mercado de telefonía móvil en EEUU. Nosotros hemos creado una plataforma robusta. Si lo comparas con un sistema que salió hace dos años y medio, quizá WP7 llega tarde, pero en comparación con el crecimiento del uso de los teléfonos inteligentes, aún queda un largo camino. La carrera acaba de empezar.
¿Hay diferencias entre crear un sistema operativo para un terminal, como hace Apple con el iPhone, y para varios teléfonos, como Android o Windows?
Este era uno de los principales problemas que Microsoft entendió desde el principio. En el pasado, Windows 6 soportaba multitud de terminales. Esta vez Microsoft ha trabajado con los fabricantes para definir las características mínimas que deben tener los dispositivos. Se trata de no repetir errores del pasado, cuando se trabajaba sobre el sistema pero después este quizá se integraba en un móvil cuyo procesador no era lo bastante potente.
¿Es más fácil desarrollar un sistema sólo para un teléfono?
Por supuesto. Pero si puedes definir los mínimos que tiene que tener un terminal para incorporar un sistema operativo, estás creando un ecosistema similar al de quien fabrica el hardware y el software a la vez. En Android, es diferente; ellos soportan un sistema flexible y luego los fabricantes pueden hacer lo que quieran.
¿Cómo vivió su departamento la anulación de los móviles propios de Microsoft (Kin)?
Era un proyecto independiente del mío. En Microsoft se investiga constantemente; hay proyectos que salen al mercado y otros que no Quizás Kin tardó demasiado en salir. La anulación de Kin forma parte de este mundo en el que las cosas evolucionan muy rápido y tienes que saber responder con velocidad. Imagino que los responsables entendieron que era mejor matar el proyecto cuando aún era joven y dedicar todos los esfuerzos a WP7.
Microsoft no tiene una imagen de compañía que se adapte rápidamente a los cambios
Microsoft es una empresa muy grande que debe asegurarse bien dónde pisa porque el impacto que tiene su movimiento es global y sobre millones de usuarios. Esto tiene ventajas e inconvenientes. Pero en rapidez para evolucionar, creo que WP7 es un ejemplo de ello: desde que se definió el proyecto hasta que estuvo en la calle, pasó un año y medio. Esto demuestra bastante agilidad.

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