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2010/09/06

Guerra contra la cámara oculta en Marruecos

Canarias7

Clérigos y telespectadores se han puesto en Marruecos en pie de guerra contra un programa de cámara oculta que utiliza como gancho un desplazamiento en taxi y que ha llegado a hacer creer a sus víctimas que son objeto de secuestro y extorsiones.

En las bromas más extremas de "Taxi 36" incluso se bloquean las puertas del vehículo, "no para retener a la gente en contra de su voluntad", según afirman los productores, sino para evitar que, presos del pánico, "los pasajeros salgan precipitadamente y puedan ser atropellados por otro coche".

El programa, emitido a diario en horario de máxima audiencia durante el mes de ramadán, incluye inocentadas menos agresivas como el supuesto robo de maletas o la introducción por sorpresa de perros en la parte trasera, pero la burla a la que son sometidos quienes caen en sus garras ha creado una masa de detractores.

La Asociación Marroquí de los Derechos de los Telespectadores denunció esta semana a la cadena pública marroquí "2M" ante el Tribunal Administrativo de Rabat para pedir su suspensión, alegando que "atenta contra la dignidad de los ciudadanos y contra las libertades individuales garantizadas por la ley".

En un comunicado en que explican la querella, se acusa a los productores de hacer peligrar la seguridad física de los ciudadanos "al ponerlos en situaciones dramáticas que nada tienen que ver con el humor", y aseguran que recurren a la Justicia para concienciar a la gente de que existe el derecho de denunciar esos abusos.

Contra ellos se ha pronunciado también el ulema (clérigo) Adnan Abdulah Zohar, quien califica los programas de cámara oculta de "uno de los pecados más graves y repugnantes" existentes y tacha su contenido de "haram", es decir, prohibido por la ley islámica.

En una fatua (decreto religioso) publicada en su página web, Zohar, miembro del Comité de Fatuas del Consejo de Ulemas de la localidad de El Jadida, afirma que "se basan en el engaño y el fraude, razón suficiente para prohibirlos, aunque su finalidad sea la de gastar una broma".

El ulema, para quien los integrantes de ese programa incurren en el pecado, lamenta además el despilfarro de dinero que supone tal espacio, y el tiempo que hace perder a los engañados, pues "el tiempo tiene valor en el islam y su pérdida es una pérdida de los valores de la religión".

Uno de los actores y a su vez presentador del programa, Rachid Allai, reconoce en el semanario "Le Temps" que si bien la reacción de la gente en su mayoría es "fuerte" y en algunos casos la policía ha intervenido para calmar los ánimos, las imágenes emitidas cuentan con el consentimiento de sus protagonistas.

Para salvarse de las críticas defiende, también, que el objetivo de "Taxi 36" es "sensibilizar a la gente sobre los peligros que acechan en la vida cotidiana, especialmente en lo relativo a la posibilidad de un secuestro".

La pretendida bondad de sus intenciones, que según "Le Temps" se materializa "en un periplo de incertidumbre que lleva al horror más absoluto", no es suficiente, sin embargo, para acallar la voz de alarma surgida entre quienes quieren condenar el programa al olvido.

Pero a falta de que progrese la denuncia presentada ante los tribunales, nadie ha podido evitar que se mantenga su difusión, y que haya quien siga riéndose, sea francamente o con estupefacción, ante quien le suplica al conductor, al borde del llanto, "¡déjame bajar!"

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