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2010/07/30

El calentamiento puede llevar el caos a los océanos

Publico

Dice el biólogo colombiano Camilo Mora que, en una ocasión, vio en la CNN al ex presidente de EEUU George W. Bush pescando un pez típico de Florida en aguas de Nueva York. La especie, inédita tan al norte, había emprendido un viaje de casi 1.400 kilómetros impulsada por algo que la estaba expulsando de su hábitat. Y el fenómeno se repite en otros puntos del planeta. Ahora, Mora, investigador de la Universidad canadiense de Dalhousie, cree haber identificado al principal culpable.
El científico presenta hoy en la revista Nature el primer mapamundi de la distribución de la biodiversidad marina. El trabajo ha sido titánico. Los autores han analizado dónde viven unas 11.000 especies de animales oceánicos, desde el diminuto zooplancton hasta los enormes tiburones y ballenas. Y su conclusión es alarmante: la temperatura del mar dicta la posición de la mayor parte de las especies en el planeta. Otros factores, como la contaminación y la sobrepesca, desempeñan un papel mucho menor. "Con el calentamiento global, podemos esperar cambios dramáticos", alerta Mora. Si se cumplen sus temores, la temperatura media de la superficie del océano habrá aumentado dos grados en 2050. Y este cambio descuajaringará el orden de las profundidades.
Algunas especies huirán del calor en las regiones ecuatoriales, y se toparán con nuevos depredadores en aguas más frías. Otras llegarán a zonas en las que no tengan presas que llevarse a la boca. En general, los animales de aguas calientes se multiplicarían. Los de aguas frías, comenzarían su declive.

Refugios amenazados

"Nuestra segunda conclusión es que los puntos con mayor biodiversidad están concentrados en áreas con impactos humanos muy altos", detalla Mora. Los grandes santuarios de animales marinos del planeta, allá donde se refugia un mayor número de especies, están atacados por la contaminación y la sobrepesca. Las especies costeras, como los corales y los peces que viven en los arrecifes, se disparan en el sureste asiático. Las especies de aguas abiertas, como los atunes y las ballenas, se distribuyen de manera más amplia en las latitudes medias, alrededor de los trópicos de Cáncer -la línea imaginaria que cruza México, Argelia y Bangladesh- y de Capricornio -Brasil, Suráfrica y Australia-. Según los autores, en estas zonas se concentran las amenazas.
Mora, tras un año trabajando, está de vacaciones en las islas Bahamas. "Es increíble la cantidad de corales muertos que he visto aquí", narra por vía telefónica a Público. Los corales, animales de poco más de un milímetro que se agrupan formando colonias de cientos de kilómetros de longitud, son los centinelas del océano. Y hace años que dieron la voz de alarma. "El 90% de las especies de corales viven en su límite de tolerancia, que es una temperatura marina de 32 grados en muchos casos. Si se alcanzan los 34 grados, muchas especies no van a poder vivir con ello", advierte Mora.
Cuando el termómetro brinca por encima del umbral tolerado por los corales, estos expulsan las algas microscópicas que les sirven de alimento. Finalmente, los animales mueren, provocando una carambola mortífera. La destrucción de los arrecifes implica la desaparición de los pequeños peces que viven en ellos. Y las especies de mayor tamaño también se quedan sin sus presas.
El principal autor del mapamundi de la biodiversidad marina, Derek Tittensor, subraya que la temperatura media del océano ya ha subido respecto a la época en la que el ser humano no quemaba carbón y petróleo a toda máquina: "Unos 0,38 grados desde 1899". La desviación parece insignificante, pero los efectos son visibles y preocupantes. Algunas especies presentes en aguas británicas, por ejemplo, han comenzado a "moverse más hacia el norte, a una velocidad de 2,2 kilómetros cada año", según explica Tittensor.

Llamada a la acción

"Limitar el alcance del calentamiento del océano y mitigar múltiples impactos humanos podría ser de gran importancia para asegurar la biodiversidad marina en el futuro", avisan los autores en Nature. Otra voz que pide un mayor compromiso a los líderes mundiales, que no consiguieron llegar a un acuerdo útil en la pasada cumbre del clima de Copenhague.
Con los recortes de emisiones de CO2 que han propuesto los países industrializados, la temperatura de la atmósfera aumentaría entre tres y cuatro grados de media hacia final de siglo. Muchas especies desaparecerán. Otras tendrán que hacer la mudanza.

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