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2010/05/21

Atrezo antiguo: alquilando el pasado

Fuente: 20minutos.

Antes de leer este reportaje, levántese y pasee por su casa o su oficina. Fíjese en los objetos, por pequeños que sean. Aún le pediremos que haga un ejercicio de imaginación: si su casa u oficina fueran un plató de cine ambientado en el Siglo XV… ¿quién habría puesto allí esas cosas?
Pues empresas que se dedican a surtir a las series de televisión, producciones cinematográficas o publicitarias de objetos de antaño, de mil y un objetos de época, desde un aparador alemán con varios cientos de años, hasta una taza de váter como las que se usaban hace medio siglo.
Vázquez Hermanos es una de las pocas empresas de alquiler de muebles y atrezo antiguo que quedan en España, hace más 140 años, en 1870, el bisabuelo de los actuales gestores comenzó a alquilar piezas de su tienda de antigüedades para producciones operísticas o teatrales.
Desde entonces, cinco generaciones de Vázquez han trabajado en el alquiler de atrezo antiguo, y han visto cómo sus muebles y objetos aparecían en las primeras y más importantes películas del cine (un medio más joven que su empresa) y después, en la televisión.
Sus almacenes, ubicados ahora en la madrileña localidad de Arganda del Rey, cobijan decenas de miles de piezas de mobiliario y pequeño atrezo, amén de una completa armería de época. Entre piezas reales y figuradas, pueden reproducir un escenario con estilos de hasta cinco siglos de antigüedad.
El origen de las piezas es diverso y variopinto: Desde muebles que han estado en la empresa desde hace un siglo, hasta donaciones, reproducciones hechas ex profeso para un rodaje, o incluso, los juguetes viejos de los niños de la familia Vázquez.
Aunque sea difícil de reconocer, hemos visto su trabajo en películas desde el cine mudo de La verbena de la Paloma (1921), pasando por el cine español más clásico, como Bienvenido Mr. Marshall (1952) o producciones internacionales rodadas en nuestro país, como Doctor Zhivago (1965) o Patton (1969). Clint Eastwood y el cine del spaghetti western se sentaron en sus butacas, y con sus objetos en pantalla se rodaron Por un puñado de dólares (1964) o El bueno, el feo y el malo (1965).
Según datos de Vázquez y Hermanos, han trabajado además en el 55% de las producciones audiovisuales producidas en España en los últimos 30 años, incluidas algunas más actuales como Indiana Jones y la última cruzada o Los Otros.
Pasear por los almacenes de esta empresa es hacerlo como por un túnel del tiempo entre caótico y ordenado, en el que se mezclan en perfecta formación sillas estilo Luis XVI con sillones de skay de los años 60. Mobiliario y objetos que ambientan series como La Señora, Águila Roja o Cuéntame cómo pasó, y que han salido de aquí.
Ordenados en pasillos laberínticos hay cualquier objeto que se pueda imaginar, de multitud de épocas diferentes. Allí se podría ir al retrete al estilo de varias épocas, cocinar en antiguos hornos metálicos o en cocinas de colorida formica, o por qué no, hacerse enterrar en ataúdes de ayer y hoy.
Vázquez Hermanos es una empresa familiar, lo que no sólo se demuestra en la gestión. Enrique Vázquez, explica que cuando era niño “mis padres se llevaban cosas de nuestra casa porque hacían falta para algún rodaje”. Otra anécdota familiar: la del disgusto de la abuela, cuando en una película vio una escena de sexo que se rodaba en la que fuera su cama de matrimonio.
La armería es un mundo aparte. Allí se amontonan espadas de todo tipo y condición, que se alinean junto a fusiles figurados de la Guerra Civil, arcos, armaduras medievales, lanzas y escudos africanos, trabucos de los de Curro Jiménez o centenares de cascos de soldado de los tercios, como los que se podían ver en Alatriste.
Objetos atrayentes y misteriosos, con más historia que la que le da su propia antigüedad, y parte de mil historias. Quizá sea esa magia la que hace que algunos directores y actores se encaprichen de algunos objetos, o la que hace que en algunos rodajes hayan desaparecido hasta muebles enteros. Gajes del oficio.
Moverse en coches clásicos
Pero no sólo hay que llenar de historia los escenarios fijos, como las estancias en las que se desarrollan las historias. Los personajes se mueven, y lo hacen en muchas ocasiones, en automóvil.
Iñigo Abril fundó Clásicos Sidecar en 1994, cuando su Vespa con sidecar se usó para promocionar la película Cuatro Bodas y un funeral. Dieciséis años después 180 coches y 200 motos sirven para ambientar producciones de todo tipo y época.
En esta empresa, que además de alquilar vehículos de época los conserva, traslada y almacena para particulares, también hay un carácter familiar. De hecho, una de los coches preferidos de Abril es un Oldsmobile de 1967, matriculado por su abuelo en el mismo año y día en que nació él.
Han dado gas a los motores de sus vehículos actores como John Malkovich o Terry Gilliam o Amaia Salamanca o personalidades como Zidane o Cristiano Ronaldo, rodando anuncios.
Los suyos son vehículos para rodaje, lo que implica, que, “si hay que cortarlos por la mitad, se cortan” o que cambien de color constantemente como inmensos camaleones metálicos. “A veces nos piden coches gemelos, uno para rodar, y el otro para estrellarlo o hacerlo explotar”, cuenta abril, que consigue los modelos “gracias a mi afición a los coches antiguos”.
En uno de los garajes en que se guardan los vehículos reposan viejos utilitarios estadounidenses de los sesenta, junto a un Seat 1500 de la Policía Nacional, “de cuando los grises”, un viejo utilitario Renault 4/4 del 59 o un Jaguar XJS v12.
Alquilar el pasado, una forma diferente de conservar y revivir el pasado. Los Vázquez y Abril coinciden en una cosa: la ilusión de ver sus piezas en pantalla, formando parte de la historia. De las dos, de la de los libros y la de la ficción.

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